“Lo nuestro no tiene vencimiento”
Tiempo Argentino
Publicado el 26 de Noviembre de 2010
Por Marcelo Pavazza
En 2011 cumplirán 20 años como dúo, y lo festejarán con CD y DVD nuevos. Mientras tanto, calientan motores con Tangos en el Tasso, un ciclo que culmina este fin de semana.
Repartir el peso de la historia propia. Ese, entre muchos otros, puede ser el propósito de un dúo. Lo que vienen haciendo desde 1991 Juan Carlos Baglietto y Lito Vitale –aunque el que es hasta ahora su último disco se llame La despedida– se le parece bastante: colisionar sus talentos de vez en cuando para atenuar el empuje de la fuerza interna de una amistad musical que en 2011 llegará a las dos décadas de existencia. Pueden estar separados (como de hecho sucedió entre 2001 y 2010), actuar esporádica y sorpresivamente durante ese lapso, o volver a planear cosas con el dúo activo y como base de proyectos a cumplir en lo inmediato –como está sucediendo ahora mismo–, pero Baglietto y Vitale siempre mantendrán la dupla en actividad. Tanto, que ya son un clásico.
Lo notó la gente del Centro Cultural Torquato Tasso, que los invitó a hacer un ciclo en abril de este año (el que marcó su regreso a los escenarios) y, ante el éxito obtenido, les volvió a ofrecer el cálido espacio de San Telmo para hacer otra serie de recitales durante los fines de semana de noviembre. Las últimas funciones serán hoy y mañana (Defensa 1575, a las 22). Con el tango –al fin y al cabo el género dominante en su repertorio– como gran invitado, más algunos estrenos en 2x4 que prueban el temple de la dupla (“A un semejante”, “Como dos extraños”, “Renaceré”) y que serán parte del combo CD + DVD que planean grabar en breve, Baglietto y Vitale hacen como que están de vuelta.
Mientras tanto, para intentar desentrañar eso de que el dúo exhibe una continuidad serena, casi subterránea, y que parece ir más allá de un puñado de conciertos o de compadecer bajo un rótulo, los muchachos llegan a la casa / oficina / estudio de grabación de Vitale de muy buen humor, y con algo de tiempo para la charla.
Arranca el rosarino: “¿La verdad? Nunca nos separamos.” Vitale suma: “Siempre nos juntamos: o yo lo invito a cantar en algún evento de los que organizo, o él me llama para alguna de sus producciones.” ¿Eso es todo? ¿Misterio desentrañado? ¿Queda media hora de conversación que definitivamente no incluirá las palabras “necesidad” o “búsqueda? Sí. Porque sucede que si bien es cierto que aunque hablar de ellos hoy obliga a referirse a algo más que lo que representan como músicos, ni Baglietto jubiló al cantante (aunque ser la cabeza de una exitosa empresa de servicios para el espectáculo muchas veces le quite el tiempo para ejercer), ni Vitale soslayó al músico (en favor del multiproductor sobreocupado). Y hay indicios bien recientes de esto: el DVD En vivo, donde el vocalista cubrió con buen gusto musical y escénico los clásicos de su repertorio; y los recitales que el creador de Ese amigo del alma dio hace muy poco en el Hall del Teatro San Martín, en el marco del ciclo Solo Piano. Ejemplos de que la rueda sigue girando, y las ganas picando. Aunque, claro, el dúo tire. “Es que cuando nos juntamos nos gusta cómo salen las cosas” –explica Baglietto– “Así que volvimos al formato como algo más orgánico” cierra, sin soslayar que también tracciona esta nueva etapa, y mucho, el proyecto de ampliar el dúo y armar un cuarteto que completarán los jovencísimos hijos de ambos. Un encuentro familiar que abrirá la lista de temas a los géneros latinoamericanos (ver recuadro).
–¿Qué queda, entonces, de las intenciones que los juntaron en 1991?
Baglietto: –En realidad, lo primero que hicimos hace 20 años fue buscar nexos en común. En aquella época todavía existían los discos, así que originalmente habíamos pensado en hacer, para nuestro primer álbum, un lado A con repertorio tradicional de tango y folklore, y uno B con temas de autores contemporáneos. Después terminamos dándonos cuenta de que, a nuestro entender, le aportábamos más a un repertorio clásico que a Charly García. Partíamos los dos de la misma visión. Y nos quedamos con esto, que tenía más que ver con nuestros orígenes y con la música que escuchábamos de pibes.
“Esto” es Postales de este lado del mundo, el álbum debut del dúo –que luego editaría Postales del Alma, No olvides, Qué más hacer es esta tierra incendiada sino cantar, y el mentado La despedida, una muestra de cómo dos músicos venidos de palos diferentes se medían con canciones que para muchos eran monumentos (sólo Qué más… contiene repertorio original), y pasaban la prueba echando mano a lo que estaba en sus bolsillos: los asuntos casi fol-klóricos que Baglietto le grababa a Abonizio o Fandermole, y la nube de teclados que venía rodeando a Vitale desde El Trío, que recubría de orquestaciones abigarradas la agudeza del canto del rosarino. El resultado, que dejaba contentos a los fans de uno y otro, era fruto de algo que en aquella época se denominaba feeling, y que estos tiempos 2.0 transformaron en sinergia. Una relación de fuerzas que, bajo el nombre que sea, se mantiene intacta. Baglietto lo amplía: “Sí, como que juntos nos potenciamos. Y la entrega es total: yo termino los shows hecho bolsa, y él también. Además, en nuestra relación no hay protagonismos desmedidos. Acá se da que él no es un instrumentista con necesidad de demostrar nada, y yo tampoco tengo la necesidad de demostrarle nada a él. ¿Viste que ahora se usa la palabra ‘intimista’, que en realidad quiere decir ‘no nos dio la guita para llamar más músicos?, bueno, acá no sucede eso, tocamos los dos solos porque tenemos ganas de hacerlo así. Y podemos actuar tanto para 150 personas como para 3000, que la cosa funciona. Lo nuestro no tiene vencimiento”.
–Y sus profusas actividades paralelas, ¿no los obligan a revisar la agenda a la hora de planear actuaciones?
V: –Y, muchas veces sí. Pero buscamos encontrarnos. Yo, la verdad, la paso mejor con Juan que haciendo megaeventos, porque este es mi mundo.
B: –En mi caso particular, mi actividad paralela me permite tocar con Lito en un lugar pequeño, como el Tasso, y ser feliz. Es que, para mí, la música se ha ido transformando en otra cosa; no me pasa lo mismo que hace 30 años. La analogía podría ser esta: a cierta edad, a uno no le interesa qué bebe sino beber. Y yo ahora me preocupo mucho por saber qué es lo que bebo.
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