"Hacer un país es hacer hombres para que, a su vez, los hombres hagan el país" (Arturo Jauretche)

sábado, 26 de febrero de 2011

Agrotóxicos: Un fallo con prueba científica

Página/12 (26/02/11)
Por Darío Aranda

La Justicia de Santa Fe, a lo largo de la causa, revalorizó los testimonios de los afectados, resaltó la importancia de los médicos de pueblos (testigos cotidianos en la atención de intoxicados) y citó trabajos científicos independientes que alertan sobre los efectos del glifosato. La histórica resolución judicial del juez Tristán Martínez también hace hincapié en una recopilación de trabajos científicos y técnicos presentada por la Universidad Nacional del Litoral: “No existen agroquímicos inocuos (...) Se ha comprobado que existe riesgo potencial de transporte de glifosato y su metabolito AMPA a las aguas subterráneas y superficiales (...) La toxicidad de los formulados comerciales con glifosato, Roundup y otros, ha sido documentada con estudios científicos independientes, para distintos organismos que componen la biodiversidad de agua dulce”.

La resolución judicial hace eje en la consecuencia del agroquímico en el agua. “Los efectos tendrían la capacidad de provocar cambios en las estructuras tróficas de las comunidades. Las interacciones a largo plazo en el herbicida glifosato y la microbiota (...) pueden provocar alteraciones en la cadena trófica y procesos biológicos en el suelo. No se puede afirmar que el glifosato sea inocuo para las poblaciones de organismos invertebrados terrestres.”

El juez recuerda que el glifosato ha sido recientemente clasificado como perturbador endocrino (obstaculiza la acción de las hormonas humanas). “La exposición a bajas dosis, menores a las definidas como seguras, podría tener efectos adversos”, alerta la resolución judicial y remarca que “la preocupación sobre los posibles efectos adversos sigue vigente”.

jueves, 24 de febrero de 2011

- Las 160 viviendas y el Nobel -

Las calles que corren en sentido Oeste-Este del barrio de las 160 Viviendas de Armstrong llevan los nombres de Premios Nobel argentinos. Cabe una breve reseña biográfica de estas personalidades que recibieron el laureado reconocimiento internacional. Merece mención –como dato complementario- que el nombre de Adolfo Pérez Esquivel, Nobel de la Paz en 1980 por su lucha por los derechos humanos en plena dictadura militar, no fue incluído.


CÉSAR MILSTEIN: Nació el 8 de octubre de 1927 en el seno de una familia judía, en la ciudad de Bahía Blanca, donde permaneció hasta 1945, cuando se trasladó a la Capital Federal para estudiar en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Se graduó de Licenciado en Ciencias Químicas en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, a los 25 años de edad, y cuatro años más tarde, en 1956, recibió su doctorado en Química y un premio especial por parte de la Sociedad Bioquímica Argentina; obtuvo su primer doctorado como químico, por su tesis sobre enzimas.

Fue becado por la Universidad de Cambridge donde consiguió su segundo doctorado en 1960, trabajando bajo la dirección del bioquímico molecular Frederick Sanger.

Milstein regresó a la Argentina en 1961 para hacerse cargo de la División de Biología Molecular del Instituto Nacional de Microbiología, pero sólo estuvo un año en el cargo para regresar a Inglaterra tras el golpe militar de 1962.

Estando en Cambridge a los 36 años, formó parte del Laboratorio de Biología Molecular y trabajó en el estudio de las inmunoglobulinas, adelantando el entendimiento acerca del proceso por el cual la sangre produce anticuerpos (las proteínas encargadas de combatir a la presencia de cuerpos extraños o antígenos).

En 1983, Milstein fue nombrado jefe y director de la División de Química, Proteínas y Ácidos Nucleicos de la Universidad de Cambridge. Por su trabajo en el desarrollo de anticuerpos monoclonales obtuvo el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1984.

A pesar de que lo hubiera hecho enormemente rico, Milstein no registró ninguna patente por su laureado descubrimiento, pues pensaba que era propiedad intelectual de la humanidad y como tal lo legó. De acuerdo a sus convicciones, su trabajo carecía de interés económico y sólo poseía interés científico.

En 1993 recibió el Premio Konex de Brillante junto a René Favaloro por su legado a las Ciencias y Tecnología de la Argentina, otorgado por la Fundación Konex.

Falleció el 24 de marzo de 2002 en Cambridge, Inglaterra, víctima de una afección cardíaca, a los 74 años de edad.


LUIS LELOIR: (París, Francia, 6 de septiembre de 1906 - Buenos Aires, Argentina, 17 de diciembre de 1987).
Ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA) para doctorarse en dicha profesión. En 1933 conoció a Bernardo A. Houssay, quien dirigió su tesis doctoral acerca de las glándulas suprarrenales y el metabolismo de los hidratos de carbono.

Su tesis fue completada en sólo dos años, recibiendo el premio de la facultad al mejor trabajo doctoral; junto a su maestro descubrió que su formación en ciencias tales como física, matemática, química y biología era escasa, por lo que comenzó a asistir a clases de dichas especialidades en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires como alumno oyente.

En 1936 viajó hacia Inglaterra para dar comienzo a sus estudios avanzados en la Universidad de Cambridge, bajo la supervisión del también Premio Nobel Sir Frederick Gowland Hopkins, quien había obtenido esa distinción en 1929 por sus estudios en fisiología y/o medicina tras descubrir que ciertas sustancias, hoy conocidas como vitaminas, eran fundamentales para mantener la buena salud.

Hacia 1943 tuvo que dejar el país, dado que Houssay fue expulsado de la Facultad de Medicina por firmar una carta pública en oposición al régimen nazi de Alemania y al apoyo del gobierno militar comandado por Pedro Pablo Ramírez, que también integró y apoyó Juan D. Perón. Su destino fue Estados Unidos, donde ocupó el cargo de investigador asociado en el Departamento de Farmacología de la Universidad de Washington. En 1945 regresó al país para trabajar en el Instituto dirigido por Bernardo A. Houssay, precedente del Instituto de Investigaciones Bioquímicas de la Fundación Campomar, que Leloir dirigiría desde su creación en 1947 a manos del empresario y mecenas Jaime Campomar y durante 40 años.

Investigó y descubrió por qué el riñón impulsa la hipertensión arterial cuando está enfermo. Ese mismo año, su compañero de laboratorio Rawell Caputo le planteó un problema que tenía en sus investigaciones biológicas de la glándula mamaria, por lo que su equipo, al que se había incorporado el becario Alejandro Paladini, logró que en una cromatografía se pudiera aislar la sustancia nucleótido-azúcar llamada uridina difosfato glucosa (UDPG), y por ende entender el proceso de almacenamiento de los carbohidratos y de su transformación en energía de reserva.

A principios de 1948, el equipo de Leloir identificó los azúcares carnucleótidos, compuestos que desempeñan un papel fundamental en el metabolismo de los hidratos de carbono, lo que convirtió al Instituto en un centro mundialmente reconocido. Inmediatamente después, Leloir recibió el Premio de la Sociedad Científica Argentina, uno de los tantos que recibió tanto en el país como en el extranjero.

A pesar de que hacia fines de 1957 Leloir fue tentado por la Fundación Rockefeller y por el Massachusetts General Hospital para emigrar a los Estados Unidos, como su maestro Houssay, prefirió quedarse y continuar trabajando en el país. Dada su importancia, el Instituto Nacional de la Salud de los Estados Unidos (NIH) y la Fundación Rockefeller decidieron subsidiar la investigación comandada por Leloir.

Al año siguiente firmó un acuerdo con el Decano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, Rolando García, por el cual se creó el «Instituto de Investigaciones Bioquímicas de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales» nombrando profesores titulares a Leloir, Carlos Eugenio Cardini y Enrico Cabib. Esto contribuyó a que jóvenes universitarios argentinos se sintieran atraídos por la investigación científica, lo que repercutió en el crecimiento de la institución. También llegaron a ese centro investigadores y becarios procedentes de los Estados Unidos, Japón, Inglaterra, Francia, España y varios países de América Latina.

Para ese entonces Leloir estaba llevando a cabo sus trabajos de laboratorio en conjunto con la docencia como profesor externo de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, tarea que sólo interrumpió para completar sus estudios en Cambridge y en el Enzime Research Laboratory de EEUU.

Su voluntad de investigación superó a las dificultades económicas enfrentadas por el Instituto. Con herramientas caseras, Leloir se dedicó a estudiar el proceso interno por el cual el hígado recibe glucosa y produce glucógeno, el material de reserva energética del organismo, y junto a Mauricio Muñoz logró oxidar ácidos grasos con extractos de células hepáticas.

En 1970 recibió el Premio Nobel de Química,convirtiéndose en el primer hispano en conseguirlo. Posteriormente su equipo se dedicó al estudio de las glicoproteínas –moléculas de reconocimiento en las células– y determinó la causa de la galactosemia, una grave enfermedad manifestada en la intolerancia a la leche. Las transformaciones bioquímicas de la lactosa en sus propios componentes son conocidas en el mundo científico como el camino de Leloir.

Luis Federico Leloir murió en Buenos Aires el 2 de diciembre de 1987, tras un ataque al corazón poco después de llegar del laboratorio a su casa. Fue enterrado en el Cementerio de La Recoleta


BERNARDO HOUSSAY: (10 de abril de 1887 - 21 de septiembre de 1971), Farmacéutico y Médico argentino nacido en Buenos Aires. Por sus descubrimientos sobre el papel desempeñado por las hormonas pituitarias en la regulación de la cantidad de azúcar en sangre (glucosa), fue galardonado con el Premio Nobel de Medicina en 1947, siendo el primer argentino y latinoamericano laureado en Ciencias. Gracias a su trabajo, la fisiología fue la disciplina médica que mayor vigor y desarrollo tuvo en la Argentina.

Descendiente de franceses, fue un joven prodigio: cursó los estudios primarios en 2 años, fue bachiller del Colegio Nacional de Buenos Aires a los 13, se graduó de farmacéutico a los 17, y de médico a los 23, dos años después de comenzar la docencia en la Universidad de Buenos Aires. Houssay se convirtió en un maestro universitario de inigualable prestigio y en un importante investigador.

En 1919 fundó el Instituto de Fisiología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y lo dirigió hasta 1943, y luego desde 1955. En él empezó su labor de enseñanza a sus discípulos, que luego se transformarían en los primeros profesores universitarios de fisiología del país. De esta manera el Instituto se convirtió en un centro de excelencia mundial en el área de la investigación científica.

También se debe a su iniciativa y la de sus colaboradores la fundación en 1920 de la Sociedad de Biología y la publicación del Acta Physiologica Latinoamericana desde 1950.

En 1945 publicó el tratado Fisiología humana, que sería traducido a las principales lenguas.

Gracias a la publicación de este tratado Houssay recibió la consagración internacional a través de importantes premios: de la Universidad de Toronto (Canadá), del Royal College of Physicians (Inglaterra), de la Royal Society of New South Wales (Australia), y, finalmente, el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1947, por su trabajo de la influencia del lóbulo anterior de la hipófisis en la distribución de la glucosa en el cuerpo, de importancia para el desarrollo de la diabetes.

El premio no le sirvió para aminorar las tensiones que tenía con el gobierno peronista: expulsado de su cátedra y en forma privada, Houssay creó el Instituto de Biología y Medicina Experimental. Desde allí realizó junto con sus compañeros más de mil trabajos en endocrinología, nutrición, farmacología, patología experimental, glándulas suprarrenales, páncreas, hipertensión, diabetes y otras áreas abarcadas por la fisiología.

Bernardo Houssay fue presidente de la Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias, de la Academia Nacional de Medicina, de la Sociedad Argentina de Biología y de la Federación Internacional de Diabetes. Debido a su importancia en este campo de la medicina también tuvo la oportunidad de dictar cursos en las instituciones más importantes del mundo y recibió condecoraciones por parte de los gobiernos de Francia, Bélgica y Chile. Gracias a su trabajo surgió el CONICET, del que fue su primer presidente.

En 1966 recibió la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio.

Además de su trabajo pionero en la Argentina, dejó también a decenas de discípulos de importancia mundial entre los cuales se destaca Luis Federico Leloir, Premio Nobel de Química en 1970.Houssay murió en 1971. En 1983 recibió el Premio Konex de honor.

En 1972 la Organización de los Estados Americanos incorporó el Premio Bernardo Houssay para galardonar a los más importantes investigadores del continente americano.


CARLOS SAAVEDRA LAMAS: (Buenos Aires, 1 de noviembre de 1878 – 5 de mayo de 1959) fue un político, diplomático y jurista argentino, galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 1936, siendo el primer argentino y latinoamericano galardonado con este premio. De ascendencia gallega, era bisnieto del coronel Cornelio Saavedra, presidente de la Primera Junta de Gobierno Patrio establecida en 1810.

Fue diputado y Ministro de Justicia e Instrucción Pública (1915) y de Relaciones Exteriores (1932 - 1938), durante la presidencia de Agustín P. Justo.

Como Ministro de Relaciones Exteriores presidió la Conferencia de Paz del Chaco, en la que participaron Brasil, Chile, Perú, Uruguay y los EE. UU.) alcanzándose un acuerdo de armisticio el 12 de junio de 1935 que puso fin a la Guerra del Chaco (1932 - 1935).

En 1936, cuando tenía 58 años, obtuvo el Premio Nobel de la Paz por su labor en pro de la paz en general, pero en particular por haber inspirado el Pacto antibélico Saavedra Lamas, que fue firmado por 21 naciones y que se convirtió en un instrumento jurídico internacional. Además, del papel brillante como mediador para finalizar la guerra del Chaco que enfrentó a Paraguay y Bolivia. Fue Saavedra Lamas quien convocó a la Conferencia de Paz de Buenos Aires para detener el conflicto.

Fue presidente de la XI Conferencia Internacional del Trabajo, celebrada en Ginebra en 1928, de la Conferencia Panamericana de 1936 y de la Asamblea de la Sociedad de Naciones en 1936. Asimismo, fue rector de la Universidad de Buenos Aires entre 1941 y 1943 y profesor de la misma hasta 1946. Presidió la Academia de Derecho y Ciencias Sociales de Argentina.

Nació en Buenos Aires en 1878, en el seno de una familia de origen patricio; su bisabuelo fue Cornelio Saavedra presidente de la Primera Junta y su abuelo Mariano Saavedra fue gobernador de la Provincia de Buenos Aires durante la presidencia de Bartolomé Mitre.

Carlos estaba casado con Rosa Sáenz Peña, hija del presidente Roque Sáenz Peña. Estudió Derecho en la Universidad de Buenos Aires, impartiendo posteriormente clases en ella y en la Universidad Nacional de La Plata.

Se destacó en el campo docente: profesor de Derecho Público Provincial y de Historia Constitucional en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de Universidad de La Plata; profesor de la carrera de sociología en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires; profesor de finanzas, de economía política y de derecho constitucional en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. En el período de 1941 a 1943 fue rector de la Universidad de Buenos Aires y más tarde, profesor de Legislación del Trabajo.

Antes de cumplir los 30 años, Saavedra Lamas resultó elegido Diputado Nacional (1908-1912) por la Capital Federal, y más tarde por la Provincia de Buenos Aires (1912-1915).

Fue el primer presidente de la Comisión de Negocios Constitucionales y, posteriormente, de la de Presupuesto y Hacienda en la Legislatura. De su labor surgió un proyecto de ley sobre la importación del azúcar, que establecía un régimen proteccionista. También elaboro los proyectos sobre el sistema fiscal y régimen ferroviario. Su pensamiento conservador no le impidió tener una excelente relación con los legisladores de otras corrientes políticas, como Juan B. Justo.

En 1915 asumió como Ministro de Justicia e Instrucción Pública durante la presidencia de Victorino de la Plaza. Así, el 9 de julio de 1916 representó al Presidente en la conmemoración del Centenario de la Independencia, celebrada en San Miguel de Tucumán.

Durante el gobierno de Marcelo T. de Alvear (1922-1928), intervino en el Código del Trabajo, basado en el proyecto de Joaquín V. González de comienzos del siglo XX. Propuso transformar en Ministerio al entonces Departamento Nacional del Trabajo. Por su conocimiento desplegado en esa área fue elegido en 1928 presidente de la XI Conferencia Internacional del Trabajo; era la primera vez que un argentino llegaba a esa destacada posición.

Su etapa como ministro de Relaciones Exteriores del Presidente Agustín P. Justo sería calificada como de las más activas y cruciales en la historia de la política exterior argentina. Hábil diplomático, supo mediar en el sangriento conflicto militar entre Paraguay y Bolivia por el Chaco (donde se había descubierto petróleo), que se extendía con toda crudeza desde junio de 1932, y evitó la injerencia estadounidense en la zona, firmándose el 12 de junio de 1935 el Protocolo de Buenos Aires, que puso fin a la guerra. Justamente por su mediación recibió en 1936 el Premio Nobel de la Paz. También defendió la neutralidad del país en la Guerra Civil Española.
Falleció el 5 de mayo de 1959 en Buenos Aires, cuando tenía 80 años.

Info: Wikipedia

domingo, 20 de febrero de 2011

- Valija e imperialismo -


El siguiente fragmento pertenece al libro “Imperialismo y cultura” (1964) de Juan José Hernández Arregui. Esclarecedor por la vigencia sobre acontecimientos que ocurrieron hace más de 75 años, así como llamativo es el hilo conductor que los une a nuestro presente. El actual alineamiento con un país extranjero del sector históricamente más reaccionario de la prensa y de los referentes políticos ligados al capital y el pensamiento foráneos, no hace más que corroborar lo que de este análisis se desprende.

“A raíz del golpe de 1930 se consuma la sujeción total de la economía al capital extranjero. La medida de fondo fue la creación del Banco Central directamente organizado sobre directivas impartidas por Sir Otto Niemeyer, un funcionario inglés. El Banco de la Nación Argentina se convirtió en una mera sucursal del Banco de Inglaterra. La emisión de moneda y la facultad legal de desvalorización fue una de sus atribuciones.

El control sobre la política crediticia le otorgó poderes exclusivos para fomentar determinadas formas de producción que interesaban a Gran Bretaña y ahogar todo crecimiento industrial que favoreciese al país. En su poder discrecional quedó la conducción de la política monetaria, el comercio de importación y exportación y la regulación de toda actividad nacional que contrariase los intereses monopolistas extranjeros. El Instituto Movilizador de Inversiones Bancarias fue el instrumento creado por la oligarquía para salvarse del desastre o postración en que había caído después de la crisis de 1929 y compensó, descargándolas sobre el pueblo, las deudas anteriores contraídas por una existencia de imprevisión y despilfarro. Ante esta política de la oligarquía aliada al imperialismo, LOS PARTIDOS POLITICOS CALLARON O FUERON CÓMPLICES. La SOBERANÍA NACIONAL fue vendida a una voluntad extraña. La perfectibilidad jurídica del sistema encontró argentinos que le dieron vigencia, como Enrique Uriburu, Alberto Hueyo, FEDERICO PINEDO y Raúl Prebisch. Estos personajes actuaron bajo el asesoramiento de Baring Brothers, Leng Roberts y Cía, Morgan, etc. Toda esta historia, demasiado conocida, es la del período más sombrío de nuestro retroceso como Nación y de los brillantes negociados del IMPERIALISMO ANGLO-YANQUI en la Argentina. Por expresas disposiciones de Londres –definitivamente documentadas- las leyes coloniales fueron sancionadas en 1935 con la COMPLICIDAD concertada DE LA PRENSA. Estos DIARIOS, apéndices de empresas extranjeras, CONTRIBUYERON con sus campañas al atentado CONTRA LA ARGENTINA. Historia sucia, se vincula a personas y partidos de las más diversas procedencias. Pero esta política se asoció a un plan interno de desintegración y debilitamiento de la economía nacional, con la ley de unificación de los impuestos internos que prácticamente cegó en sus fuentes al federalismo, dio origen a las juntas reguladoras y reforzó el monopolio de los frigoríficos en el comercio de las carnes interno e internacional. El interior, con esta política, fue condenado a la miseria, a los bajos salarios, al poder omnímodo de los MONOPOLIOS locales CONTROLADOS POR BUENOS AIRES, es decir, por los trusts mundiales. La regulación de la economía desde Buenos Aires por gigantescos monopolios nacionales, EXTREMIDADES DEL CAPITAL EXTRANJERO, contó con puertos propios, dominó el sistema fluvial, marítimo y ferroviario. El golpe de setiembre remató en un ENTENDIMIENTO ANGLO-YANQUI sobre el PETRÓLEO y significó la retrogradación de YPF en materia petrolífera. En 1935 el sojuzgamiento del país estaba concluido."
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Fragmento de: "LO MÁS PRONTO POSIBLE"
Horacio Verbitsky
Página/12 (20/02/2011)

"Una fuente insustituible para conocer los objetivos del Comando Sur es el informe anual de su jefe ante la Comisión de Fuerzas Armadas del Senado de los Estados Unidos, que debe aprobar su presupuesto. El 11 de marzo del año pasado, el brigadier general Douglas Fraser explicó que EL MAYOR MERCADO para los Estados Unidos es el que va desde Canadá hasta la PATAGONIA, “con casi el 38 por ciento del comercio”, contra 31 por ciento de la Cuenca del Pacífico y 21 por ciento de Europa. “Importamos más petróleo crudo de esta región (52 por ciento) que del Golfo Pérsico (13 por ciento)”. La inversión extranjera directa de Estados Unidos es igual en la región que en Asia, Medio Oriente y Africa juntas. “En 2011 el intercambio con América Latina será mayor que el de Estados Unidos con Europa y Japón sumados”, dijo Fraser. Estados Unidos ya no puede dar por sentado que el American Way of life “sea la ideología única preferida en la región”. Dada la presencia de jugadores en expansión global como China, Rusia e Irán LA DEMOCRACIA “debe competir en forma activa” en la región con "EL POPULISMO Y EL SOCIALISMO”. Estados Unidos debe contrarrestar entonces cualquier “MENSAJE ANTIESTADOUNIDENSE” y para ello “ENTRENAMOS y trabajamos con nuestros SOCIOS REGIONALES en el mejoramiento de la SEGURIDAD, proveemos asistencia humanitaria y respondemos a desastres”. Agregó que el gasto militar per capita en su área de responsabilidad es el más bajo del mundo, igual que la probabilidad de amenazas militares convencionales. “Pero enfrentamos desafíos no tradicionales”, alimentados “por las endémicas condiciones de pobreza, la desigual distribución del ingreso y la corrupción”.

domingo, 13 de febrero de 2011

A 194 años de Chacabuco

Tras el Cruce de los Andes, todas las tropas que partieron y avanzaron separadamente, se reunieron el valle de Aconcagua, en el Campamento de Curimón, el día 8 de febrero de 1817. El objetivo era ocupar la ciudad de Santiago, que estaba bajo el mando del gobernador español, Francisco Marcó del Pont.

Rafael Maroto fue el designado al frente de las tropas realistas, que ascendían a algo más de 2.000 hombres, para detener a los patriotas en la cuesta de Chacabuco.

EL ENCUENTRO

El Combate de Chacabuco se produjo el día 12 de febrero, desarrollándose entre las 11 de la mañana y las 14 hs., adelantándose dos días a lo pensado en un principio, para no dar tiempo a las fuerzas realistas a reorganizarse, luego de haber sido dividas por la “guerra de zapa” (estrategia de distracción por la que se simuló un ataque desde varios frentes).

Las fuerzas sanmartinianas se dividieron en un ala derecha, al mando del Brigadier Miguel Estanislao Soler, con 2.000 hombres, que tomó el camino largo de la Cuesta Nueva y en un ala izquierda, a cargo de O´Higgins, con 1.500 hombres, que avanzó por el camino corto de la Cuesta Vieja. Ambas divisiones convergerían en Chacabuco para enfrentar a las fuerzas enemigas.

Sin embargo, el plan no se ejecutó de la manera prevista. O´Higgins, que lógicamente al avanzar por el camino más corto, llegó primero, con la misión de contener a los enemigos hasta la llegada de Soler, tal vez se vio entre los fuegos cruzados de los españoles, o quizás por sus ansias de victoria impaciente, atacó sin esperar la llegada de Soler. Estando la batalla muy comprometida para los criollos, la intervención personal de San Martín, comenzó a convirtir a la batalla de Chacabuco en símbolo de victoria para la causa patriótica.

Inmediatamente se produce el primer encuentro de proporciones en la cuesta de Chacabuco. Miles de hombres en armas se enfrentaron en decisivo encuentro, teniendo gran protagonismo los infantes morenos que elogiara el Libertador en sus escritos posteriores a la contienda.


La llegada de Soler, cambió definitivamente el rumbo del encuentro, ya que el ataque sorpresivo de esta división, dejó a los realistas sorprendidos e indefensos.


El boletín donde se comunica al pueblo de Buenos Aires el triunfo de Chacabuco, termina diciendo “Enemigos del nombre americano! Cesad de derramar sangre inútilmente. Respetad a los héroes de la Cuesta de Chacabuco”.

CONSECUENCIAS

Las pérdidas españolas, ascendieron a 500 hombres muertos y 600 prisioneros. Como botín de guerra fueron tomados 100 fusiles, dos piezas de artillería y banderas. Entre las fuerzas emancipadoras murieron 12 personas y 120 resultaron heridas.

El gobernador de Chile, Marcó del Pont, intentó huir hacia Valparaíso, pero fue tomado prisionero y confinado en San Luis.

El día 14 de febrero, San Martín y sus hombres hicieron la entrada triunfal en Santiago, ante el clamor popular. Francisco Ruiz Tagle fue designado gobernador político interino. El 15 de febrero se reunió un Cabildo Abierto. El cargo de Director Supremo le fue ofrecido a San Martín, pero éste rehusó ese nombramiento y solicitó que le fuera concedido a Bernardo O´Higgins, quien finalmente ocupó ese cargo. San Martín también rehusó a ser designado Brigadier General. Con el dinero con que fuera recompensado por el Cabildo de Santiago, San Martín decidió que fuera destinado a fundar en esa ciudad, una Biblioteca Pública. También fue inaugurada una filial de la Logia Lautaro, que reunió a los partidarios de O´Higgins, como instrumento de poder político respaldatorio al gobierno patrio, que actuaría en coordinación con la logia argentina.

En Chile, San Martín mantuvo un equilibrio entre la aristocracia chilena y las clases populares. Evitó, según las instrucciones que le habían sido impartidas, toda conquista, invitando a Chile a designar diputados al Congreso de Tucumán para formar un gran estado o de lo contrario, realizar una alianza entre ambas naciones.

A partir de este momento los planes del Libertador, concibieron la campaña al sur de Chile, donde se habían reagrupado las tropas españolas, luego de la derrota de Chacabuco. A tal fin, se dirigió hacia Buenos Aires, para pedir ayuda material, sobre todo embarcaciones, que les permitirían dirigirse hacia Lima. En el mes de mayo retornó a Santiago.

viernes, 11 de febrero de 2011

Biografías: José María Rosa

Nació en Buenos Aires el 20 de agosto de 1906. Se recibe de abogado a la temprana edad de 20 años y luego de un breve paso de ejercicio de la profesión y luego como juez de instrucción se dedica a la enseñanza, tanto en cátedras universitarias como secundarias. De su experiencia como Juez en Santa Fe sale su primer libro "Más allá del código". Su militancia política comenzó en las filas de la Democracia Progresista. Completa sus estudios doctorándose con la tesis "Orígenes místicos del estado" que es también tema de su segundo libro, de 1936: "Interpretación Religiosa de la Historia", donde examina la historia como "la sociedad en el tiempo", descartando las visiones institucionales, raciales, periodísticas o épicas. Residió en Santa Fe, donde dictaba en la facultad de derecho, cátedras de Historia de las Instituciones y en esa ciudad, junto con otros estudiosos de la historia fundó en 1938 el "Instituto de Estudios Federalistas", desde donde se dictaron conferencias, se establecieron lazos con entidades similares en el país y en el exterior y a través de ellas se perfiló una vigorosa corriente de los que buscaban revisar la historia y sobre todo mirarla desde un ángulo social. En 1943 sale su primer libro de historia Argentina, "Defensa y Pérdida de nuestra independencia Económica". En 1945, ya sumado a la naciente corriente nacionalista de pensamiento y acción política, debió trasladarse a Buenos Aires por desinteligencias con el rectorado y algunos centros de estudiantes, fruto de su militancia política e histórica. Centra entonces su actividad en la universidad de La Plata, ejerciendo también la cátedra en colegios secundarios. Por entonces publica "Nos los representantes del pueblo", "La misión García ante Lord Strangford" y "El cóndor ciego". La "Revolución libertadora" lo deja cesante y lo encarcela en ocasión de la detención de su amigo John W. Cooke, a quién había dado refugio en su casa. El delito que le imputan es "rosismo".

Luego de varios meses de prisión sale para militar, ahora más activa y decididamente, enrolándose en el fallido intento del General Juan José Valle el 9 de junio de 1956. Es perseguido pero fuga a Montevideo y de allí, aceptando una invitación del Instituto de Cultura Hispánica, que le promete la edición de su libro "La caída de Rosas" viaja a España donde permanece hasta 1958, ejerciendo el periodismo y dando conferencias en distintos ámbitos. Vuelve para sobrevivir de lo poco que le producen sus publicaciones y artículos y eventuales cursos de historia, que da permanentemente en sindicatos de todo el país. Su actividad tiene como marco el Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, entidad de la que fue presidente en varias oportunidades. De esa época son sus libros "Rivadavia y el imperialismo financiero" y "La guerra del Paraguay y las montoneras argentinas".

A raíz de esta última publicación su nombre pasa a ser muy conocido en el Paraguay, a donde es invitado permanentemente a dar conferencias o asistir a eventos relacionados con el prócer máximo Paraguayo. Mientras tanto participa activamente en la llamada "Resistencia peronista" convirtiéndose en uno de sus referentes más respetados y queridos. Es en ese período que el peronismo, antes indiferente toma con entusiasmo las banderas revisionistas y las hace suyas. Rosa integraría la comitiva de notables que van a buscar a Perón el 17 de noviembre de 1972 en el famoso vuelo charter. Para entonces ya se había publicado su "Historia Argentina", obra en 13 tomos. El General Perón, dispone que se haga cargo de la embajada en Asunción, considerando que su prestigio en Paraguay pudiese ser positivo para los intereses nacionales dado que en ese tiempo se jugaban en las cotas de altura de la represa de Corpus, la factibilidad de construir Yaciretá. Muerto Perón, tuvo desinteligencias con el canciller Vignes y optó por aceptar la embajada en Atenas, donde permaneció hasta el golpe militar de 1976. Regresó a Buenos Aires, donde sus libros eran retirados de las bibliotecas. Fundó la revista "Línea" (Por pretender abarcar a todo el pensamiento de la línea nacional), "la voz de los que no tienen voz". La revista era secuestrada y Rosa era víctima de numerosos juicios en su contra. Aún así "Línea" salió adelante. Mientras tanto continuó con la publicación de libros y artículos en algunos medios que poco a poco se animaban a expresarse. Su vida se apagó el 2 de julio de 1991 muriendo en forma serena.

Es a su pedido, Ley 20.770, que se declara al día 20 de noviembre, en conmemoración de la batalla de Vuelta de Obligado, "Día de la Soberanía Nacional".

viernes, 4 de febrero de 2011

- Te sacan el cuero -

Hace un par de días me encontré con un artesano que, entre varias anécdotas de su oficio, mencionó algunas relacionadas con la ciudad de Sumampa en Santiago del Estero. De ahí trae el hombre los cueros ya curtidos para sus labores. Me resultó extraño que, viviendo nosotros en una zona ganadera, tuviera que irse hasta aquella provincia para conseguir algo que acá yo daba por descontado que había y en abundancia. Cuando le pregunté por ello, me dice este artesano que nuestros cueros no sirven porque están “quemados”. Ante mi cara de asombro y evidente ignorancia continuó: “aquí hasta hace algunos años el ganado se metía en los montecitos que había en los campos para protegerse del sol, del frío y de la lluvia, pero como el chacarero desmontó todo para ganar algunos metros más de terreno para sembrar soja, entonces ahora los animales viven a la intemperie, sin la protección que le daban los árboles, y así el cuero se quema y no sirve”.

A ese horizonte tan parejo que nos va dejando la soja tenemos que agradecerle además de otras tantas “bondades”, la de los cueros de Sumampa.

martes, 1 de febrero de 2011

- La Historia Olvidada: Motín de Arequito -


Juan Bautista Bustos
El Motín de Arequito (8 de enero de 1820), fue la sublevación de los oficiales del Ejército del Norte de las Provincias Unidas del Río de la Plata, mediante la cual consiguieron apartarse de la guerra civil contra los federales. Su intención era retornar al frente contra los realistas del Alto Perú, objetivo que no pudo cumplirse. Significó el comienzo de la desintegración final del Directorio y fue una de las principales causas de su derrota en la Batalla de Cepeda. El motín puso fin al Ejército Auxiliar del Perú, conocido después como Ejército del Norte. Simultáneamente, en San Juan se sublevó el Regimiento N° 1 de Cazadores de los Andes.


Los sucesivos gobiernos argentinos surgidos desde la Revolución de Mayo pretendieron gobernar todas las provincias que habían compuesto el Virreinato del Río de la Plata esgrimiendo el argumento de que, al cesar el gobierno del rey de España, los derechos de éste retrovertían al pueblo. Pero a partir de la disolución de la Junta Grande, quedó claro que la pretensión de Buenos Aires era dominar al país, consultando lo menos posible a los demás pueblos (en la terminología de la época, “pueblos” se refiere a las ciudades, origen de la conformación política en la América española).

El federalismo en el Río de la Plata

Las ciudades subalternas, en nombre de sus territorios, reclamaron insistentemente tener igual participación en el gobierno nacional y nombrar sus propios gobernantes. Durante años, los distintos gobiernos surgidos en Buenos Aires se esforzaron en sentido contrario: todos los gobernadores eran nombrados directamente por el gobierno central, y la representación de la ciudad de Buenos Aires siempre fue mayor que la de las demás en los cuerpos colegiados que se formaron. Por otro lado, varios de los gobiernos centrales cayeron por golpes de estado organizados en Buenos Aires exclusivamente, y el gobierno nacional que siguió a cada uno fue, invariablemente, nombrado por el cabildo porteño.

La reacción de las provincias interiores fue lenta, pero inevitable. La primera respuesta efectiva a la pretensión porteña de gobernarse por sí misma provino de la Banda Oriental, donde el caudillo José Artigas negó a la capital el derecho de gobernar a su provincia. En 1815, después de más de un año de guerra civil, logró dominar por completo la Provincia Oriental.

Su ejemplo fue seguido por las provincias litorales, comenzando por Entre Ríos, donde varios caudillos expulsaron a los gobernadores nombrados por el Directorio; el último, el más poderoso y más capaz de estos caudillos fue Francisco Ramírez. Con cierto retraso, también Corrientes se separó de la obediencia al poder central.

El núcleo del problema se hallaba en Santa Fe, que se levantó contra la dominación porteña en 1815 y otra vez en 1816, bajo el mando de Mariano Vera, que sería luego sucedido por Estanislao López. El gobierno central se negó sistemáticamente a permitir que esa provincia se separara de su obediencia, ya que su territorio era paso obligado para las comunicaciones con las provincias del Interior. No menos de cinco expediciones militares fueron lanzadas desde Buenos Aires para aplastar la resistencia santafesina, pero fracasaron sin excepción.

No sólo las provincias litorales se separaron de la obediencia al Directorio: Salta se dio un gobierno autónomo bajo el mando de Güemes, Cuyo se negó a que su gobernador San Martín fuera reemplazado, y Córdoba se dio su propio gobierno en la persona de José Javier Díaz, partidario de Artigas. Pero, por distintas razones, las relaciones con el gobierno porteño nunca fueron tan tirantes como las que tenían las provincias del Litoral.

El Directorio nunca pensó que podía aceptar otra forma de relación con las demás provincias que la sumisión completa a sus dictados. La idea del federalismo fue repetidamente enunciada por los líderes artiguistas, sin que jamás lograran siquiera hacer dudar a los gobernantes porteños de que sus enemigos internos eran, simplemente, "anarquistas" adjetivación dada entonces con la connotación de "desgobierno" o "desorden".

El Ejército del Norte y la guerra civil

El Ejército del Norte había sido formado para llevar adelante la guerra de independencia en el Alto Perú; pero, tras el tercer fracaso en Sipe Sipe, quedó debilitado y de simple guarnición en Tucumán. En teoría, su misión era esperar hasta que las condiciones permitieran reiniciar la reconquista de las provincias altoperuanas.

Pero el Directorio decidió usarlo para aplastar las rebeliones internas: en 1816, una fracción del Ejército fue utilizada para reponer al teniente gobernador de La Rioja, y a principios del año siguiente, al de Santiago del Estero (el líder federal de ésta, Juan Francisco Borges, fue fusilado). Poco después, otra división del Ejército del Norte ayudó a deponer al gobernador cordobés y a sostener en el mando a sus sucesores.

En 1818, el director supremo Pueyrredón decidió aplastar a Santa Fe con un doble ataque: mientras un ejército lo atacaba por el sur, desde el oeste avanzaría una división del Ejército del Norte. La iniciativa fracasó ante la rápida defensa de Estanislao López, que consiguió detener al jefe de la división llegada desde Córdoba, Juan Bautista Bustos, para después expulsar a los invasores del sur. Un segundo intento con características similares fue igualmente anulado a principios de 1819.

El grueso del Ejército del Norte fue establecido en Córdoba, para fastidio de muchos de sus miembros, muy lejos del enemigo realista. En abril, una paz firmada entre el gobierno de Buenos Aires y el de Santa Fe dio esperanzas de solución a los problemas internos, y los oficiales creyeron que volverían al frente norte.

La paz convenció a sus firmantes, pero ni Artigas (que se consideraba el superior de López) ni el Directorio quedaron conformes. El jefe oriental pretendía que el gobierno nacional se uniera a su guerra contra los portugueses, que habían invadido su provincia. Y el nuevo director supremo, José Rondeau, esperaba poder aplastar a Santa Fe con ayuda de los mismos portugueses. Llamó en su ayuda al Ejército de los Andes, pero San Martín se negó a obedecer. También ordenó al comandante del Ejército del Norte, Manuel Belgrano, y éste inició su marcha hacia el sur; enfermo, poco después dejaba el mando en su segundo, Francisco Fernández de la Cruz, quien nombró jefe de estado mayor a Bustos.

Por orden de Artigas, Francisco Ramírez cruzó el río Paraná e invadió el norte de la Provincia de Buenos Aires, retirándose a continuación. Rondeau organizó su ejército en la capital y marchó a su encuentro, mientras ordenaba a Fernández de la Cruz unírsele en las cercanías de Pergamino (Buenos Aires). El 12 de diciembre de 1819 el Ejército del Norte abandonó su campamento en Pilar (Córdoba) y avanzó hacia la Provincia de Santa Fe. En la ciudad de Córdoba quedó una guarnición de 80 soldados del Regimiento de Granaderos de Infantería al mando del mayor Francisco Sayós. Esta fuerza se unió al partido artiguista cordobés y algunas montoneras atacaron el Fuerte del El Tío y a la pequeña fuerza de milicianos comandada por el coronel Arenales, comandante general de armas de Córdoba, en la Villa del Rosario (entonces llamada Ranchos), cuando el ejército había andado pocas leguas de Pilar. Desde Tucumán el comandante Felipe Heredia marchó con un destacamento de caballería para apoyar el movimiento federal. José María Paz fue enviado desde Fraile Muerto (Bell Ville) con un escuadrón a auxiliar a Arenales, pero al retirarse los montoneros, Paz retornó desde Calchines y alcanzó al resto del ejército el 7 de enero de 1820, poco antes de que acampara en Arequito, posta cercana al río Carcarañá. Durante el trayecto la fuerza sufrió la deserción de 11 soldados, por lo que Paz debió realizar marcha forzada y exhautiva vigilancia para impedir el desbande de la mayoría de los soldados que eran santiagueños. El capitán Juan Gualberto Echevarría puso a Paz al corriente del motín que se planeaba para esa noche. Paz reportó la deserción de sus hombres a Fernández de la Cruz, quien lo recriminó, por lo que se dirigió ofuscado a conferenciar con Bustos decidido a participar del motín. Paz asegura en sus Memorias Póstumas que:

Puedo asegurar con la más perfecta certeza, que no había la menor inteligencia, ni con los jefes federales, ni con la montonera santafesina; que tampoco entró ni por un momento en los cálculos de los revolucionarios, unirse á ellos ni hacer guerra ofensiva al Gobierno, ni á las tropas que podian sostenerlo; tan solo se proponían separarse de la cuestión civil y regresar á nuestras fronteras amenazadas por los enemigos de la independencia; al menos este fué el sentimiento general más ó menos modificado, de los revolucionarios de Arequito: si sus votos se vieron después frustrados, fué efecto de las circunstancias, y más que todo, de Bustos, que solo tenía en vista el gobierno de Córdoba, del que se apoderó para estacionarse definitivamente.

El 6 de enero una partida de 10 ó 15 hombres al mando del sargento Torres del Regimiento de Dragones fue acuchillada por una montonera santafesina, luego de que la noche anterior hubieran logrado un pequeño éxito.

El motín

La noche después de la llegada del ejército a la posta de Arequito, el coronel mayor Bustos, jefe interino del estado mayor general, apoyado por los coroneles Alejandro Heredia y José María Paz, dirigió la sublevación general de los cuerpos militares. Esa noche, el 8 de enero, Bustos dispuso que el servicio de vigilancia estuviera a cargo del 1° Escuadrón del Regimiento de Húsares de Tucumán, al mando del capitán Mariano Mendieta, que le era adicto.

En medio de la noche, los oficiales del Regimiento de Dragones de la Nación comandados por el mayor Giménez, arrestaron a su jefe el coronel Cornelio Zelaya e iniciaron la sublevación, entregándo la custodia del prisionero al teniente Hilario Basavilbaso del mismo regimiento. Al mismo tiempo era arrestado por el capitán Anselmo Acosta el coronel chileno Manuel Guillermo Pinto, jefe del Batallón N° 10 de Infantería. Parte del Regimiento N° 2 y el 1° Escuadrón del Regimiento de Húsares comandado por Paz, también tomaron las armas, siendo arrestado el coronel graduado Bruno Morón, jefe del N° 2, luego de que intentara ponerse al frente de sus tropas. El mayor Castro asumió la jefatura de la fracción sublevada del regimiento.

Los sublevados se trasladaron a corta distancia del campamento de Fernández de la Cruz (a 1.000 varas, u 8 cuadras) y formaron en posición de combate en espera del amanecer. Bustos se dirigió a la tienda de campaña de Fernández de la Cruz y lo despertó diciéndole Compañero, levántese que en el ejército hay gran movimiento, y luego se dirigió a incorporarse al grupo sublevado. Fernández de la Cruz reunió a los coroneles José León Domínguez, Gregorio Aráoz de Lamadrid, Blas José Pico, Benito Martínez y Manuel Ramírez, y al amanecer envió un ayudante hacia los sublevados a preguntarles Cuál era el significado de aquél movimiento y de orden de quién lo habían ejecutado, ordenándoles retornar a sus puestos. Esto lo hizo por consejo de los coroneles, quienes a excepción de Aráoz de Lamadrid se pronunciaron por no realizar acción alguna.

Le jefes sublevados respondieron que aquellos cuerpos no seguirían haciendo la guerra civil y que se separaban del ejército para regresar al frente norte. Explícitamente se declararon neutrales en el enfrentamiento entre los federales y el Directorio, para no ser acusados de haberse pasado al enemigo. Bustos tenía en ese momento 1.600 hombres, y Fernández de la Cruz, algo menos de 1.400. Con Fernández de la Cruz quedaron parte del Regimiento N° 2 de Infantería, los regimientos de infantería N° 3 y 9, comandados por Pico y por Dominguez, el 2° Escuadrón del Regimiento de Húsares de Tucumán (160 hombres) al mando de Aráoz de Lamadrid, y la artillería del Regimiento de Artillería de la Patria al mando de Ramírez.

Durante la mañana ambas fracciones realizaron negociaciones, Fernández de la Cruz pidió que se le devolviese las caballadas y boyadas de pastoreo que correspondían a la comisaría, el parque y a los cuerpos que lo obedecían, todas las cuales estaban en poder de la caballería sublevada. Bustos aceptó a condición de que se le entregara la mitad del armamento y municiones del parque y reses de consumo, lo que Fernández de la Cruz pareció aceptar en un principio y ambas fracciones se alejaron una legua. Una vez que las boyadas y caballadas pedidas fueron entregadas al general Fernández de la Cruz y los jefes arrestados fueron liberados y reunidos con éste, al mediodía inició su marcha hacia el sur, sin haber entregado la parte del parque y la comisaría prometidas.

Bustos ordenó a Heredia perseguir con toda la caballería a su ex jefe, y lo alcanzó cuando estaba ya rodeado por los federales de López a dos leguas de camino. Fernández de la Cruz envió al coronel Benito Martínez a preguntar porqué eran perseguidos, a lo que Heredia respondió que: iba á exijir la parte del convoy que se había prometido, y sin la que no volvería, retornando Martínez a su fracción. Las montoneras santafesinas atacaron a las avanzadas y la mayor parte del piquete de infantería montada desertó de sus filas y se unió a Heredia. Martínez regresó con la contestación de Fernández de la Cruz, diciendo que el general Cruz se resignaba á todo, y que iba á contramarchar para volverse al campo, de donde acababa de salir. Ambas columnas retornaron al punto de partida y ocuparon de nuevo sus posiciones, pero durante la noche el resto del Regimiento N° 2 y parte del Batallón N° 10 y de los regimientos N° 3 y 9, junto con parte de los artilleros, abandonaron el campo y se unieron a los sublevados. Durante la madrugada entre 300 y 400 montoneros atacaron el campo de Fernández de la Cruz, por lo que al amanecer Heredia envió al teniente Basavilbaso a amenazarlos con cargarlos si no cesaban sus ataques, expresándoles que si continuaban, los cargaría; que en cuanto á lo demás, el ejército se abstendría de toda hostilidad, y que en prueba de ello, se habla hecho el movimiento y separación de que eran testigos, y que hasta entonces no se habían podido ellos mismos explicar.

Ante la explicación de Heredia, los montoneros santafesinos se retiraron a una legua y Fernández de la Cruz decidió entregar todo el ejército a Bustos. Inmediatamente después, toda la fuerza se reunió con Bustos, quien designó a Heredia como jefe del estado mayor general. Fernández de la Cruz y los jefes que lo acompañaban fueron puesto bajo una guardia que les garantizaba no ser apresados por las montoneras que los requerían. Antes de llegar a Córdoba fueron dejados en libertad de ir a donde quisiesen, por lo que la mayoría se dirigió a Tucumán, pero Fernández de la Cruz prefirió quedarse en Córdoba, hasta ser expulsado hacia Mendoza poco después junto con el ex gobernador Castro.

Al día siguiente, Bustos inició el regreso a Córdoba, y el 12 de enero estaba en la posta de San José de la Esquina, en el límite con Córdoba. Desde allí escribió a López y a Rondeau, explicándoles las causas de lo ocurrido, y sus planes de regresar al norte. En una de esas cartas aclaraba que:

... las armas de la Patria, distraídas del todo de su objeto principal, ya no se empleaban sino en derramar sangre de sus conciudadanos, de los mismos cuyo sudor y trabajo les aseguraba la subsistencia.

Después de Arequito

En la Herradura, sobre el río Tercero, Bustos fue alcanzado por el secretario de López, Cosme Maciel, y por el general chileno José Miguel Carrera, quienes llevaban la misión de ponerlo del lado de los federales, pero regresaron sin lograr convencerlo. Bustos llevó su ejército a Córdoba, donde a fines de nero fue recibido casi en triunfo. Poco antes había renunciado el gobernador Manuel Antonio Castro y había sido electo gobernador interino José Javier Díaz, el jefe de los federales. Una asamblea declaró que:

"... como provincia soberana y libre (Córdoba) no conoce la dependencia ni debe subordinación a otra; que mira como uno de sus principales deberes la fraternidad y unión con todas y las más estrechas relaciones de amistad con ellas, entre tanto todas reunidas en Congreso General se ajustan los tratados de una verdadera federación en paz y en guerra, a que aspira la conformidad de los demás. Que concurrirá con todos sus esfuerzos y cuanto penda de sus recursos a la guerra del enemigo de la libertad común, aún cuando no se haya organizado la federación de las provincias ..."

Esto es, los mismos sentimientos que sostenían Bustos y los demás participantes en el motín de Arequito.

Por su parte, Rondeau enfrentó a Ramírez y a López con sus solas fuerzas en la cañada de Cepeda y fue completamente derrotado. Apenas una semana más tarde, renunciaba y se disolvía el Congreso que había sido “de Tucumán”. No hubo un nuevo director supremo: por presión de López y Ramírez, Buenos Aires se nombró un gobernador y firmó el Tratado del Pilar con los federales. Casi simultáneamente Felipe Ibarra se apoderaba del mando en Santiago del Estero.

Estando en Córdoba, Bustos se enteró del fin del Directorio, y se abocó a la tarea de reorganizar el país, posponiendo el regreso del Ejército al Norte. Para eso debía organizar primero la provincia en la que estaba, que también era la suya. Por otro lado, el gobernador interino Díaz anunció que pensaba asociarse a los caudillos del Litoral en su lucha contra Buenos Aires; esto es, firmar algún tratado de alianza con Artigas, Ramírez o López.

Ese no era el objetivo de Bustos, por lo que se opuso activamente a la política de Díaz. En busca de aliados para esa oposición, se acercó a los federales de Juan Pablo Bulnes, que estaban alejados del grupo de Díaz, y varios personajes locales que habían rodeado al gobernador Castro. Con el apoyo de éstos, fue electo gobernador titular el 19 de marzo.

A continuación, Bustos se dedicó a gobernar la provincia y a mediar entre López y el gobierno de Buenos Aires, que habían vuelto a enfrentarse. Envió al coronel Heredia con una parte del Ejército hacia las provincias del norte, como avanzada de la prometida marcha del grueso del mismo hacia el frente de guerra. Pero ni Heredia llegó a luchar contra los realistas (su fuerza fue usada por Güemes para la guerra civil contra el gobernador de Tucumán – y fue derrotada), ni Bustos llegaría a enviar o dirigir el resto del ejército en esa dirección.

Las fuerzas que quedaron a Bustos fueron utilizadas para la defensa contra los indígenas de la Pampa y del Chaco, y al año siguiente para repeler el ataque combinado de Francisco Ramírez y José Miguel Carrera, que devastaron la provincia.

Valoración del hecho histórico

El motín de Arequito gozó por mucho tiempo de muy mala fama. Los cronistas que escribieron sobre él, especialmente Lamadrid y Paz, lo tacharon de traición a la patria o de oscuro golpe destinado a colocar a Bustos en el gobierno cordobés, y nada más. Los historiadores de la segunda mitad del siglo XIX, comenzando por Bartolomé Mitre y Vicente Fidel López lo acusaron sin más de ambas cosas. Nadie se atrevió a defender a Bustos y a sus seguidores, y la derrota del Partido Federal en las guerras civiles llevó al triunfo a sus enemigos, con lo que este punto de vista fue el único que sobrevivió. La escuela historiográfica tradicional, formada por sucesores de Mitre, repitió el mismo punto de vista sin dudarlo.

Muchos años más tarde, la escuela del “revisionismo histórico argentino” comenzó a ver el motín de Arequito con otros ojos. Además, los historiadores cordobeses valoraron a sus primeros gobernadores autónomos, que habían apoyado o participado del mismo. A mediados del siglo XX, con el revisionismo histórico firmemente afianzado, y con el apogeo de la sobrevaloración histórica de San Martín (que también se había negado a participar en esa guerra civil), el Motín de Arequito fue visto como un paso importante en la formación de la Argentina.

En efecto: la sublevación del Ejército del Norte permitió a las provincias imponerse por primera vez al gobierno centralista de Buenos Aires, hizo desaparecer la constitución unitaria y casi monárquica de 1819, permitió la aparición del gobierno autónomo de la Provincia de Buenos Aires, igualó los derechos de todos los pueblos y abrió el camino para un entendimiento igualitario entre todas las provincias (camino que se revelaría como muy difícil, como que todavía habría otros 50 años de guerra civil en la Argentina).

El motín fue un acto de desobediencia castrense, pero desde el punto de sus causas y de sus resultados políticos, fue un paso positivo hacia la democracia igualitaria.

Fuente: Wikipedia