Página/12 - 27 de noviembre de 2010
Por Alfredo Zaiat
El Informe Nacional sobre Desarrollo Humano 2010 para la Argentina elaborado por el PNUD es una fuente muy relevante para abordar debates que en los últimos años estuvieron en un espacio de confusión a partir de la disputa político mediática. El amplio, complejo y original enfoque de ese documento de 180 páginas ofrece dos conclusiones contundentes:
1-Luego de la crisis de 2001-2002, Argentina ha experimentado un acelerado crecimiento casi sin precedentes en su historia económica y sólo comparable al de las economías más dinámicas.
2-El desarrollo humano en Argentina se ve afectado por la desigualdad, pero ésta ha tendido a reducirse sistemáticamente después del estallido de la convertibilidad. La pérdida de desarrollo humano atribuible a la desigualdad, luego de incrementarse del 4,7 al 4,9 por ciento entre 1996 y 2001, disminuyó a 4,4 por ciento en 2006 y a 4,0 por ciento en 2009.
En estos días ha habido un renovado cuestionamiento al sistema de estadísticas públicas, que fue dañado a partir de una necesaria pero calamitosa intervención para reformar el Indec. La pérdida de credibilidad de los números oficiales exige entonces otras fuentes para precisar el estado de situación. Para ello el informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) es fundamental para neutralizar malos entendidos. En el ámbito social resulta esencial porque el discurso conservador ha instalado la idea de que nada ha mejorado y que se está en presencia de un panorama igual o peor al existente en la década del noventa. Si así fuera, sería lo mismo la política actual que la neoliberal de la convertibilidad. Como la estadística oficial ha quedado deslegitimada por la crisis del Indec, y como el respaldo estadístico de los abanderados de la ortodoxia es dibujo de sus anhelos frustrados, documentos de investigación alternativos de prestigio académico local e internacional vienen al rescate de esa confusión deliberada.
Existe una tendencia arraigada en la mayoría de los especialistas de concentrarse exclusivamente en el ingreso monetario para definir el grado de desarrollo, desigualdad y niveles de pobreza. Si bien es un aspecto central del análisis, los trabajos del Premio Nobel de Economía Amartyan Sen amplió ese criterio, y hoy son considerados la expresión más sofisticada de las ciencias sociales en cuanto a la evaluación del bienestar humano y de los objetivos del desarrollo en las sociedades. Ese enfoque considera tres dimensiones: gozar una vida larga y saludable (salud), acceder al conocimiento necesario para un buen desempeño social y laboral (educación) y tener un nivel de vida decente (ingreso o, en forma equivalente, crecimiento económico). Estas dimensiones son los fines básicos del de-sarrollo humano, pero también sus medios, pues interactúan entre sí, fenómeno que el informe de la PNUD define como “dinámica del desarrollo humano”.
El proceso sería el siguiente:
- Mejores niveles de salud hacen más productivas a las personas al aumentar su rendimiento físico y mental, y mejores niveles de educación facilitan el desarrollo y la adaptación de tecnologías que llevan a un crecimiento económico sostenido.
- Una mejor salud permite una mayor matriculación escolar y mejora las funciones cognitivas y, por lo tanto, las posibilidades de aprendizaje, mientras que niveles de educación más altos significan mejor nutrición y prevención de enfermedades, y por lo tanto mejor salud.
- El crecimiento económico genera un mayor ingreso, que permite una mejor nutrición y acceso a cuidados médicos, y más recursos para educación y capacitación.
Esta es la dinámica virtuosa del desarrollo humano. Pero esta dinámica no dice nada sobre la igualdad, aspecto también fundamental.
En general, en el espacio público se entiende el grado de igualdad de una sociedad en relación con la distribución del ingreso. En cambio, el PNUD considera que es una visión limitada desde el punto de vista del desarrollo humano. Por ejemplo, un país puede tener un alto crecimiento económico a costa de la salud de su población.
Al analizar la trayectoria del desarrollo humano en Argentina en las últimas cuatro décadas, el informe señala que ha sido “moderadamente positiva”, con una evolución “menor que la esperable”. Mientras el desempeño promedio del país en salud y educación, aunque mejorable, estuvo dentro del promedio de un grupo de países comparables, el crecimiento económico fue volátil y sufrió caídas pronunciadas. Su evolución estuvo sistemáticamente por debajo de la de los índices de salud y educación. “Fue la economía, entonces, la que mantuvo la expansión del desarrollo humano de Argentina por debajo de su potencial”, apunta el documento. Por ese motivo es un factor significativo “consolidar el crecimiento registrado a partir de 2003 con un salto cualitativo”, precisa el informe en su capítulo segundo, agregando que “necesita acotar la volatilidad macroeconómica para que no revierta los períodos de aceleración, e incrementar sistemáticamente la productividad y la calificación de los recursos humanos, lo que lleva a un crecimiento sostenido del producto, del empleo formal y del ingreso per cápita”.
Los investigadores que trabajaron en ese informe precisaron el conocido recorrido histórico de haber sido Argentina el país que se destacó durante gran parte del siglo XX por ser en la región la sociedad más igualitaria y con más movilidad social hasta la aplicación de la estrategia neoliberal. Esta comenzó a mediados de los ’70, con experimentos económicos de consecuencias catastróficas, alcanzado en la década del ’90 su máxima expresión. “Revirtiendo esta tendencia, la desigualdad en el desarrollo humano ha tendido a reducirse luego de la crisis de 2001-2002 tanto a nivel nacional como provincial, gracias al acelerado crecimiento económico y a un conjunto de medidas redistributivas y de política social de amplio alcance”, indica el PNUD.
De todos modos, aún persisten diferencias al interior del país. Las provincias de desarrollo humano más alto tienen los niveles más bajos de desigualdad, mientras que las de desarrollo humano más bajo son las más desiguales. En el documento se menciona que mientras algunas de las provincias patagónicas (Santa Cruz y Tierra del Fuego) y la ciudad de Buenos Aires presentan los mayores índices de desarrollo humano y la menor desigualdad, las provincias del noreste presentan los índices de desarrollo humano más bajos y la desigualdad más alta. También advierten que se trata de una situación de arrastre por décadas, mencionando la existencia de “trampas de desigualdad”. Esto significa que la mala salud de las personas restringe sus logros educativos, los bajos logros educativos limitan su ingreso y el bajo ingreso a su vez impide tener una salud adecuada y la inversión en una mejor educación.
Este enfoque multidimensional de entender la cuestión social y económica no seduce al saber convencional porque obliga a profundizar en el cuestionamiento a las estructuras de poder que reproducen el atraso y la marginación. Otros especialistas reducen sus análisis a aspectos monetarios, expresando así que están desactualizados respecto de los más recientes estudios del desarrollo humano.
El informe del PNUD es oportuno porque muestra los importantes avances que registró el país en los últimos años, pero también los desafíos que se presentan. Después de insistir con que “luego del colapso económico y social, Argentina ha experimentado un acelerado crecimiento económico”, concluye que “uno de sus mayores desafíos es consolidar este crecimiento mediante el avance simultáneo en las dimensiones de educación y salud y continuar reduciendo la desigualdad en el desarrollo humano. Las condiciones están dadas y se han alcanzado importantes logros”.
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