Matanza de Gómez (22 de noviembre de 1861)
Después de Pavón, en que Urquiza le regala la victoria a Mitre, aquel se retira al tranco a su feudo de Entre Ríos. En vano esperarían los federales la intervención del “federal” Urquiza, que haría oídos sordos a pedidos y cartas enviadas por los federales para que les sacara de encima al ejercito de Buenos Aires que los reprimía en todas las provincias interiores, menos en Entre Ríos. Urquiza cumplía a rajatablas el “pacto” de Pavón, y dejaría las manos libres a los mitristas a cambio de su feudo, sujetando a los bravos entrerrianos que se salían de la vaina por ir contra “los porteños”. Urquiza no escucharía ni a sus amigos ni partidarios, como López Jordán, y no contestaría las cartas que en vano le mandaba el Chacho. Se mantenía inmutable en su palacio de San José, mientras los mitristas “limpiaban de gauchos y federales” el interior.
Mientras tanto Mitre, para no comprometerse, incentiva con medias palabras a Sarmiento, que no necesitaba nada para excederse, y a su vez incorpora como jefes del ejército a los colorados uruguayos Venancio Flores, Paunero, Sandes e Irrazábal, entre otros.
El 22 de noviembre de 1861, Flores se adelanta hasta Cañada de Gómez y sorprende a los federales, a los que derrota y pasa a degüello a gran parte e incorporando al resto. Esta acción le adjudicaría el mote de “el degollador de Cañada de Gómez”.
El suceso es tan aberrante, que hasta el ministro de guerra de Mitre, Gelly y Obes, muestra su espanto en el parte de la hecatombe:
“El suceso de la Cañada de Gómez – informa al gobernador Manuel Ocampo – es uno de los hechos de armas que aterrorizan al vencedor…Eso es lo que le pasa al general Flores, y es por ello que no quiere decir detalladamente lo que ha pasado. Hay más de 300 muertos y de nuestra parte solo hemos tenido dos muertos…Ese suceso es la segunda edición de Villamayor, corregida y aumentada… Para disimular más la operación confiada a general Flores se le hizo incorporar toda la fuerza de caballería de la División Córdoba enemiga” (Archivo Mitre, IX, 277)
Los “incorporados” por Flores desertan en la primera ocasión, y entonces no habrá más incorporaciones: solo degüellos. Mitre no se “ensucia las manos”, calla mientras sus mercenarios cumplen la tarea de limpiar el interior, y poner todo “de un mismo color” imponiendo “el reino de la libertad” como dice textualmente el diario La Nación de Mitre. El que no calla es Sarmiento, que dirá: “Los gauchos son bípedos implumes que de tan infame condición, que no sé que se gana con tratarlos mejor”.
Los degolladores contratados por Mitre, además de uruguayos colorados (liberales) son italianos, hábiles en degollar gauchos dormidos. José María Roxas y Patrón escribía a Rosas el 6 de enero de 1862:
“Una gran parte de la emigración europea que nos viene, propaga esos instintos feroces. En la matanza de Gómez, según dicen los que escaparon, los italianos hicieron despertar en la otra vida a muchos que, cansados de los trabajos del día anterior, dormían profundamente”
Era la emigración “civilizada” que el mitrismo liberal porteño traía de Europa para “civilizar” el “bárbaro” interior, en tanto Urquiza disfrutaba de su feudo entrerriano mientras los pobres gauchos morían al grito de ¡Viva Urquiza!
CODA: Del general uruguayo Venancio Flores (1808-1868) la historia oficial omite o minimiza su participación - apoyado por el unitario Bartolomé Mitre- en la invasión colorada desde Buenos Aires y posterior golpe de estado al Uruguay, gobernado entonces por los "blancos" que abrazaban la causa federal. La reacción del presidente del Paraguay Francisco Solano López -quien se movilizó en ayuda del gobierno uruguayo- fue el argumento buscado por los instigadores para desencadenar la Guerra de la Triple Alianza (Argentina-Brasil-Uruguay) que con la ayuda y consentimiento del imperio británico, arrasó con el Paraguay, en uno de los sucesos más vergonzosos de nuestra historia. En la actualidad, una importante avenidad de Montevideo, así como numerosas calles en el interior del país, llevan el nombre de "General Flores". Su responsabilidad en la matanza, y el mote de "degollador de Cañada de Gómez" se omiten recurrentemente en las crónicas más divulgadas sobre aquella época. Fue asesinado en la capital uruguaya por un grupo de desconocidos.
Fuente: José María Rosa. La guerra del Paraguay.
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