Tiempo Argentino (23/12/2010)
Por Federico Bernal
Director de Clicet.
El 71% del PBI nacional se genera en la zona atravesada por la autopista Buenos Aires-Rosario-Córdoba.
Semejante obra de infraestructura debió haber sido calificada de superflua y faraónica por el neoliberalismo doméstico. Pero no lo hicieron. Es que la flamante autopista Rosario-Córdoba atraviesa el corazón de la Pampa Húmeda. El desconcierto de verse casi sistemáticamente beneficiados por un gobierno “anti-campo” los deja perplejos. Más aun en este caso, donde una obra de tamaña magnitud e importancia abandonada a fines de los ´90, es reactivada por el ex presidente Néstor Kirchner, culminada por la presidenta de la República y apuntalada en todo momento por la inversión estatal. El manual del buen idiota neoliberal define como “faraónicas” a todas aquellas iniciativas fútiles al modelo agroexportador. Si expanden el mercado interno, interconectan el país y la región; si contribuyen a la autonomía y a la diversificación económica; si benefician a más de un desposeído (originario, blanco, negro o mestizo) o legalizan a más de un inmigrante, entonces estamos en presencia de una obra “faraónica”. Pero la contradicción generada por esta autopista los saca del manual o libreto. ¿Es faraónica? ¿Es innecesaria? Se preguntan sorprendidos. Porque Yacyretá y Atucha 2 sí fueron faraónicas y por eso se frenaron. La nula construcción de gasoductos troncales como la suspensión de la interconexión eléctrica nacional durante los ´90 también. Un plan de viviendas que termine con el déficit habitacional arrastrado por décadas, la construcción masiva de escuelas y la entrega de millones de netbooks son igualmente emprendimientos faraónicos. Pero son justamente las obras o iniciativas “faraónicas” como las pirámides de Giza, por ejemplo, las que reflejan y distinguen la grandeza de la civilización del Antiguo Egipto. Y si de algo precisa llenarse el modelo de desarrollo puesto en marcha en 2003 es de innumerables pirámides de Giza. Pirámides distribuidas a lo largo y a lo ancho de la extensa geografía nacional, y desde cuyas cimas se vislumbre la Patria Grande toda. En fin, ¿es faraónica esta autopista? Que responda el pensamiento nacional y popular.
El 71% del PBI nacional se genera en la zona atravesada por la autopista Buenos Aires-Rosario-Córdoba. Pero como el federalismo kirchnerista hunde sus raíces en la tradición artiguista y bolivariana, trasciende las fronteras argentinas para abrazar al conjunto sudamericano. Desde esta perspectiva, la autovía inaugurada ayer profundiza la interconexión del corazón productivo e industrial de Unasur. En efecto, el comúnmente denominado Eje Mercosur-Chile gana una importantísima arteria que viene a unificar en la Argentina a buena parte de este gran y estratégico corredor. Como pensarse y sentirse sudamericano es el gran desafío argentino en este siglo XXI, sírvase a continuación el lector de un repaso al centro de gravedad industrial de nuestro bloque de poder regional.
Con una superficie de 3,1 millones de km2, el Eje Mercosur-Chile abarca toda la República Oriental del Uruguay, el centro de Chile, el centro y noreste de la Argentina, el sur de Brasil y el sudeste del Paraguay. Su potencial de desarrollo en el continente sudamericano es indiscutible. Con una población equivalente al 48% de la región, genera cerca del 70% de la actividad económica de Sudamérica (aproximadamente US$ 500 mil millones al año), conteniendo más de diez concentraciones urbanas de más de 1 millón de habitantes cada una. Su población estimada es de 132.763.054 millones de habitantes (a 2005, según CEPAL). La densidad promedio es de 42,8 habitantes por km2 (a 2005, según CEPAL), valor relativamente alto considerando la extensión geográfica. El 6% de la población vive en zonas urbanas y el 14% en zonas rurales, lo que hace a esta región una de las más urbanizadas del mundo. Su Producto Bruto (nominal) estimado es de 1.388.784.880.000 de dólares (a 2008/09), representando su área de influencia el 62% del valor de los bienes y servicios de la República Argentina, el 63% de la República Federativa de Brasil, el 52% de la economía chilena, el 50% de la economía paraguaya y la totalidad de la economía de Uruguay. Entre las actividades económicas dominantes del Eje se encuentran: la producción primaria e industrias extractivas; la agroindustria; la industria metalúrgica (incluida la siderurgia y del aluminio); la industria de los alimentos y bebidas; la industria química y petroquímica; la metalmecánica; automotriz; electrodomésticos; textil y confecciones; y variados servicios, entre otras actividades e industrias. El PBI del Eje Mercosur-Chile medido en el ranking 2008 de PBIs del Banco Mundial (Informe de 2009) lo ubicaría como la 12º potencia mundial, apenas detrás de Canadá y encima de India.
Los países integrantes de este Eje poseen una amplia red vial. En total los cinco países cuentan con una malla vial estimada en 2.157.851 km, de los cuales 1.107.280 km están dentro del Eje, o sea, más del 50%. La densidad vial del Eje se estima en 357mts/km2, muy por encima del promedio suramericano (141m/km2), pero muy por debajo de Europa (1.044m/km2) y de Estados Unidos (652m/km2). Se estima que cerca de 160 mil kilómetros de vías en el Eje se encuentran pavimentadas (un 14% del total), por cierto un valor igualmente superior a la media regional (11,2%). El parque vehicular registrado en el Eje alcanza los 37,9 millones de unidades o el 67% del total de los países involucrados. Una autopista al servicio del pueblo argentino, del sudamericano y de sus generaciones venideras
El 71% del PBI nacional, el 30% de las exportaciones argentinas, 45% del stock ganadero, 95% de la producción de automóviles, 80% de la producción de maquinaria agrícola, 75% de la producción láctea para el consumo nacional y alrededor del 80% de la producción de soja se generan en la zona atravesada por la autopista. Pero al igual que el país real, también gana el principal centro industrial de Unasur, y con él, sus diversas industrias de alto valor agregado (aeronáutica, automotriz, metalmecánica, petroquímica, agroindustria, materiales de construcción).
Volviendo a la pregunta del comienzo, debemos decir que sí, esta autopista emplazada en el corazón de la Pampa Húmeda es una obra faraónica. Pero la geografía sin una política nacional no es nada. Con esta autopista los argentinos tomarán conciencia del cambio estructural y revolucionario puesto en marcha en 2003, y de la necesidad de seguir interconectando el país hacia adentro pero también con el Mercosur y Unasur. Es un mojón más en el extenso aunque cada vez más corto camino hacia una Argentina moderna, justa y soberana.
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