Braden o Perón
Junio de 1943 – Setiembre de 1945
- Extracto -
Pocos días más tarde, se produce una borrascosa entrevista entre Perón y Braden, que agrava el enfrentamiento…Ya en oportunidades anteriores, el coronel y el embajador se han tratado fría y hasta descortésmente. Pero en esta ocasión la disidencia es mayor. Braden se habría referido al “problema de la propiedad definitiva de los bienes alemanes y japoneses incautados por el gobierno argentino, como así también a la posibilidad de que la líneas aéreas norteamericanas pudieran realizar escalas comerciales en territorio argentino”, señalando que “si esos problemas se arreglaban, Estados Unidos no opondría obstáculos a una eventual candidatura presidencial de Perón. Perón recordará: “He sido receptáculo de innumerables sugestiones. Les aseguro a ustedes que si yo me decidiera a entregar al país, mañana sería el hombre más popular de Buenos Aires…Esa es la realidad. Si yo entregara el país –me dijo un señor en otras palabras muy elegantes, naturalmente, pero que en el fondo decían lo mismo- en una semana sería el hombre más popular de ciertos países extranjeros. Yo le conteste: a ese precio prefiero ser el más oscuro y desconocido de los argentinos porque no quiero –y disculpen la expresión- llegar a ser popular en ninguna parte, por haber sido un hijo de puta en mi país. Braden se enojó y se fue. Con el enojo se olvidó el sombrero.
A partir de este frustrado intento de soborno, la guerra desencadenada por Braden será total y sin contemplaciones. Ha llegado a la conclusión de que nada puede negociar con el coronel y que la única salida es desplazarlo del poder. “A partir de agosto de 1945, los Estados Unidos comienzan a intrigar con oficiales del Ejército para deponer a Perón, este fue justamente un grupo con el cual negoció Braden con la idea de organizar una coalición nacional para destituir a Perón…Durante todo agosto y parte de setiembre, Braden trabajo fervorosamente en Buenos Aires para organizar grupos antiperonistas. Pronunció discursos en público contra el vicepresidente y Ministro de Trabajo y negoció personalmente, uno por uno, con oficiales del Ejército insatisfechos y envidiosos del poder de Perón; estos últimos proveían a Braden de información del gobierno que él, a su vez, utilizaba para solicitar apoyo de los políticos argentinos deseosos de desplazar a Perón o que simplemente buscaban estar al lado del ganador”. Los informes difieren en la estimación de cuánto gastaron los Estados Unidos en la propaganda antiperonista. El ministro de Finanzas de la Argentina estima que fueron diez millones de dólares, distribuidos por la embajada americana en Buenos Aires solamente.
El 17 de julio de 1945, Braden informa al Departamento de Estado americano: “La importancia de las cuestiones en juego, sumada a la firme voluntad de los nazis locales de mantenerse en el poder, harán sumamente difícil encontrar una solución pacífica a la situación actual. La oposición, haciendo caso omiso de sus responsabilidades, confía en una intervención extranjera (EE.UU) de la que, sin embargo, serían los primeros en sentirse agraviados. Mientras la oposición persista en este comportamiento, Perón y su grupo no pueden ser derrotados desde el interior de la Argentina”. A su vez, el embajador inglés comunica al Foreign Office que “el embajador americano telegrafiaría pidiendo al presidente Truman que discuta la cuestión argentina con el Primer Ministro inglés sobre la base de que el vicepresidente (Perón) es intratable y debe tomarse una postura firme para la restauración de la democracia y la total erradicación del la influencia nazi en este país.
En esta lucha, los medios de difusión juegan un papel importante y la diplomacia imperialista no lo olvida. “La Razón…supuestamente ayudado a evitar su quiebra por la banca americana, recibió artículos sobre temas políticos escritos en inglés y enviados desde los Estados Unidos que fueron traducidos y publicados como de autores argentinos. Asimismo “en varias oportunidades –recuerda en sus memorias el embajador inglés Kelly- facilité textos para los editoriales de La Nación y La Prensa
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