Arturo Cancela (1892-1957) ocupa un lugar de privilegio entre los humoristas argentinos. Ironía, parodia, sátira, pero sobre todo humor fueron los modos de registrar la hipocresía, el engolamiento, la improvisación de la vida nacional. Tres relatos porteños en 1922. Publicó más tarde El burro de Maruf (1925), ensayos; Film porteño (1933), su más ácida sátira política, y dos novelas: La mujer de Lot (1939) y esta Historia funambulesca del profesor Landormy, aparecida en 1944. En ella pone la mira en esos "visitantes ilustres", extranjeros ejemplares bien dispuestos a desentrañar el destino del país y las modalidades del ser nacional, que arribaron a Buenos Aires entre el Centenario y la presidencia de Alvear: Anatole France, Clemenceau, el conde de Keyserling... Cancela introduce al "ilustre" Abel Dubois Landormy, cuyas peripecias sostienen una de las más interesantes novelas argentinas.
Eduardo Wilde, Roberto Gache, Enrique Méndez Calzada, Enrique Loncán comparten con Arturo Cancela la tarea de contemplar con humor al mundo porteño entre fines del siglo XIX y las primeras décadas de éste. Como ellos, Arturo Cancela fue periodista. En las páginas de los diarios fue destilando su humor agudo, rápido en recoger el episodio, la manía, los caracteres, que definían al hombre de su tiempo, apoyado en una filada percepción y en una vasta cultura, casi erudición lisa y llana, pero también en lecturas de Voltaire, de Swift, de Chesterton, de Alphonse Allais...
Cuando ya ha superado la treintena -Cancela nació en 1892- parece decidirse a reunir unos pocos relatos en libro: en 1922 se edita Tres relatos porteños, que obtiene el Premio Municipal de Literatura y un notable éxito de público. Éxito sostenido no solo por su capacidad de satirizar zonas críticas de la realidad de entonces sino también por sus indudables dotes narrativas que merecerían hoy una nueva consideración de su obra.
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