En los expositores de libro de Armstrong conviven -desde que la ciudad saltó a la fama como núcleo duro de la protesta agraria (2008)-junto a una mayoría "de autoayuda", los de escritores que más que por sus dotes intelectuales, gozan del apoyo mediático de un establishment económico y cultural del que son sus más fervientes defensores y servidores. Lo que aquí se transcribe es un fragmento del libro "IMPERIALISMO Y CULTURA"(*) de J. J. Hernández Arregui, que sintetiza estas relaciones.
"La clase media tiende a la formación de grupos intelectuales que fluctúan entre las "élites" que miran hacia arriba y los "ghettos" espirituales que miran hacia abajo. Esto explica la abundancia de intelectuales de izquierda que se pasan a la derecha ideológica, al conservatismo social. En realidad, los intelectuales son los que sienten más vivamente esta situación incierta que ocupan en la sociedad. Mientras la perspectiva de descender les lleva a la comprensión de la lucha que libra la clase trabajadora, por otra parte los estimula a no caer en ella. Cuando logra una situación estable, el intelectual pequeño-burgués se aparta de las masas con fundamentos aparentemente racionales, pero estos pretextos no invalidan la motivación determinante que es la frustración de la propia conciencia plebeya."
"Este estado de espíritu, fomentado sutilmente por la clase alta aliada al imperialismo, distorsiona la conciencia de estos grupos, cuyo escepticismo frente al país favorece el pasivo sometimiento espiritual. Tal actitud le insta a compensar este sentimiento mediante el ingreso a círculos sociales literarios y artísticos que le prometen un esclarecimiento, un olvido de su condición de tránsfuga social."
"En un país donde la clase terrateniente ha despreciado al pueblo, la actitud de la "intelligentzia", en general, es también hostíl a lo colectivo."
"Las clases superiores, detentoras de la cultura, protegen a los escritores que vienen de abajo en la medida que éstos sirven a las ideas consagradas. La burguesía reduce a estos grupos, a través de la división del trabajo social, a la categoría de dispositivos de control del orden establecido. Escriben en los diarios monsergas sobre la libertad, pero la idea central es : "Hay que educar al soberano".
"Estos intelectuales democráticos, a veces a pesar de ellos, sin conciencia de su verdadera situación al ligarse a la oligarquía, representan a la pequeño-burguesía proimperialista. El carácter uniformemente extranjerizante de sus escritos, refleja la naturaleza portuaria de esa mentalidad, parasitaria del comercio de exportación."
"El intelectual de la clase media es conservador y, al mismo tiempo, se expresa con fraseología libertaria. Pero esta libertad es también un derivado de su posición de clase. Como intelectuales, pueden participar de diversas ideologías, inclusive combatirse en el plano de las ideas puras como bravos titanes, pero como miembros de una clase, se unen en defensa de sus intereses generales, que son, por reflejo de la propia situación de dependencia, los intereses de la clase superior contra la inferior realmente explotada: el proletariado. Así, junto a divergencias intelectuales parciales, un interés material, común los unifica: la conservación del "status" social conquistado a la sombra de la sociedad burguesa. Sus ideologías particulares está regidas, en última instancia, por la ideología general dominante de la sociedad capitalista."
"La función social de estos grupos, al servicio de la clase dirigente, contribuye a regular las corrientes de la opinión pública, a galvanizar o debilitar los estados de la conciencia colectiva, y nada tiene que ver tal función con la libertad, sino con la supervisión oficial de la libertad, desde la prensa, la radio y la Universidad."
"El emporio intelectual argentino es Buenos Aires. También en el mercado del trabajo de la inteligencia rigen las leyes económicas de la competencia. En los países coloniales, donde los órganos de la cultura están prácticamente monopolizados por el capital extranjero, las plazas disponibles configuran una lucha cruel que obliga a la mayoría de los competidores -periodistas, profesores, escritores- al disimulo judaico de sus opiniones, a la formación de equipos defensivos, a la claudicación de la inteligencia para poder subsistir."
"La mala conciencia del intelectual pequeño-burgués es su traición al pueblo. Por un lado, comprenden bien que su posición social es de subordinación al sistema de valores impuestos como normas orientadoras de la Cultura y la propaganda por las clases superiores. Del otro, sus humillaciones personales les conducen a una secreta oposición a esos valores. Por eso, en las revoluciones, el intelectual de la clase media se siente despavorido. No logra conciliar sus intereses reales con sus ideas de justicia y con su resentimiento. Atados a las clases altas, se desplazan en la órbita fija establecida por ellas y al mismo tiempo se sienten atraídos por el nuevo sistema."
"El intelectual solitario, de clase media, no está aislado. Piensa con la cabeza impersonal de su clase."
"Los intelectuales de la clase media, ideólogos a sueldo de la organización invisible de la economía mundial, no ven que los límites del liberalismo están dados por su conservatismo, y así, detrás de sus parrafadas progresistas, caen en la zona dorada del embrutecimiento histórico."
(*) 1957 Peña Lillo Ediciones Continente (Biblioteca Popular Sarmiento)
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