El poder de las clases dominantes sobre el proletariado y todas las clases sometidas en el modo de producción capitalista, no está dado simplemente por el control de los aparatos represivos del Estado, pues si así lo fuera dicho poder sería relativamente fácil de derrocar (bastaría oponerle una fuerza armada equivalente o superior que trabajara para el proletariado); dicho poder está dado fundamentalmente por la "hegemonía" cultural que las clases dominantes logran ejercer sobre las clases sometidas, a través del control del sistema educativo, de las instituciones religiosas y de los medios de comunicación. A través de estos medios, las clases dominantes "educan" a los dominados para que estos vivan su sometimiento y la supremacía de las primeras como algo natural y conveniente, inhibiendo así su potencialidad revolucionaria. Así, por ejemplo, en nombre de la "nación" o de la "patria", las clases dominantes generan en el pueblo el sentimiento de identidad con aquellas, de unión sagrada con los explotadores, en contra de un enemigo exterior y en favor de un supuesto "destino nacional". Se conforma así un "bloque hegemónico" que amalgama a todas las clases sociales en torno a un proyecto burgués.
La hegemonía es, por lo tanto, el ejercicio de las funciones de dirección intelectual y moral unida a aquella del dominio del poder político. El problema para Gramsci está en comprender cómo puede el proletariado o en general una clase dominada, subalterna, volverse clase dirigente y ejercitar el poder político, o convertirse en una clase hegemónica.
La crisis de la hegemonía se manifiesta cuando, aunque manteniendo el propio dominio, las clases sociales políticamente dominantes no logran más ser dirigentes de todas las clases sociales, o sea no logran resolver los problemas de toda la colectividad e imponer a toda la sociedad la propia compleja concepción del mundo. La clase social subalterna si logra indicar concretas soluciones a los problemas dejados irresueltos se vuelve dirigente e, incrementando su propia cosmovisión también a otros estratos sociales, crea un nuevo bloque social, volviéndose hegemónico. El momento revolucionario aparece inicialmente, según Gramsci, a nivel de superestructura, en sentido marxista, es decir, político, cultural, ideal, moral, pero traspasa a la sociedad en su complejidad, embistiendo hasta su estructura económica, o sea embistiendo a todo el bloque histórico, término que para Gramsci indica el conglomerado de la estructura y de la superestructura, las relaciones sociales de producción y sus reflejos ideológicos.
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