Hubo de todo, como en botica. Los del peronismo "que van por dentro" y los que apuestan a otras formas para llegarle a la gente. Los hubo "imberbes". Estos que desde la seducción y el fuego sagrado kirchnerista remontan la corriente histórica río arriba para encontrar las fuentes. Los "que peinan canas"; sobrevivientes de los años jodidos, los del recuerdo combativo y terco. Los del idealismo revolucionario. Estos a los que el presente amaga con darles la razón . Y también los "viejos peronistas", claro. Los del brillo en los ojos cuando las imágenes del "peronismo de Perón y Eva" desfilan por detrás de sus ojos, en el alma. Los que te cuentan la película porque la vivieron, y que como epilogo comentan al pasar: "fueron años muy felices", aquellos donde eran jóvenes, pobres...y peronistas.
Fue la de anoche una cita que se llenó de contenido. Momento místico que cobra mayor relevancia entre el devaludado universo frenético de los actos de campaña vacíos, donde se sonríe por obligación y se tejen alianzas al paso. Casi una ceremonia íntima, ligada al sentimiento más que a los altisonantes discursos y las proclamas de estación.
Valió la pena estar ahí. Pasado, presente y futuro intuyeron que la lucha no es vana, que cada uno desde su humilde condición ha sumado y sumará su prédica, pluma, pasión, compromiso, resistencia.
Fue una noche con sustancia.
Julio Capanna - 17/10/2011
"Hacer un país es hacer hombres para que, a su vez, los hombres hagan el país" (Arturo Jauretche)
miércoles, 19 de octubre de 2011
lunes, 17 de octubre de 2011
Sesenta y seis años no es nada
Parecen muchos cuando de tiempos humanos se trata. Toda una vida, podría decirse. Los períodos históricos se miden en tiempos más extensos. Como ejemplo cito que la Edad Media europea duro aproximadamente 900 años, casi un milenio; y lo utilizo comparativamente con los 200 años de historia política de nuestro país, cuando la premura nos lleva a buscar en el “aquí y ahora” cambios que son consecuencias de procesos complejos, sujetos a los vaivenes de una Argentina que aun permanece en un estadio de búsqueda de su identidad como Nación.
El “Día de la Lealtad” resiste la tiranía del tiempo. Celebran quienes se sienten hermanados desde una profundidad de sentimientos ajenos a la razón y la lógica. En ello quizás reside su mayor fortaleza.
Consecuencia de la dialéctica histórica es que las sociedades acumulan experiencia. Esto no garantiza los aciertos, ni una continuidad superadora. Es probable que las sociedades aprendan de las épocas de crisis más que las de bonanza. Avances y retrocesos forman parte de esa acumulación que va decantando y que en última instancia proporciona herramientas para encarar nuevos desafíos.
A 66 años de la fecha origen, el peronismo conserva una incidencia decisiva en la dirección del país. Contradictorio, pendular, camaleónico; habitan en su seno, más que en cualquier otra fuerza política, disyuntivas extremas que atraviesan la totalidad de su vida como movimiento de masas.
Nada puede explicarse de la historia de nuestro país en estos últimos 66 años sin la referencia obligada al la incidencia del peronismo. Aun en los momentos donde estuvo proscripto, su influencia marcó el pulso político del país. Generó, a izquierda y derecha, las más extremas tendencias, autoproclamadas merecedoras, garantes y herederas de las consignas que su líder.
¿Nace con Perón? ¿Inventa este coronel del ejército argentino un movimiento a la medida de sus ideas y que fiel a su liderazgo y autoría llevaría su apellido como característica identificatoria? ¿O fue Perón un catalizador que no hizo más que posibilitar el acceso a los más altos niveles del poder de fuerzas históricamente relegadas, latentes y reconocibles –siempre que pueda penetrarse el sólido condicionamiento de la historia “inventada” a medida por las clases dominantes- que afloraron periódicamente, a lo largo de nuestra historia, cuando las condiciones fueron propicias?
Son preguntas que después de seis décadas –poco o mucho, según se mida- continúan generando debates, análisis y reflexiones entre propios y ajenos.
El “Día de la Lealtad” resiste la tiranía del tiempo. Celebran quienes se sienten hermanados desde una profundidad de sentimientos ajenos a la razón y la lógica. En ello quizás reside su mayor fortaleza.
Personalmente, a un intento cotidiano de comprensión y análisis le agrego unas gotas de envidia.
Julio Capanna
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