"Hacer un país es hacer hombres para que, a su vez, los hombres hagan el país" (Arturo Jauretche)

viernes, 17 de junio de 2011

Las “INVASIONES BÁRBARAS”

Los pueblos de esta zona nacieron hace casi un siglo y medio como apéndices del Imperio Británico. La red ferroviaria trazada en forma de telaraña y abanico, con su centro en los puertos de Buenos Aires, Rosario y Bahía Blanca, desde donde partían hacia Inglaterra los granos y las carnes que alimentarían luego a Europa, demuestran ese carácter apendicular. Evidencia de la influencia británica son casos como los de Bell Ville, Armstrong y Estación Clark (Carrizales), donde el nombre está ligado a empresarios británicos que recibieron tierras del gobierno nacional a la vera del Ferrocarril Central Argentino. Otros como Las Rosas, El Trébol y Los Cardos deben su bautismo a representaciones nobiliarias. Así pues, en origen surgieron estos pueblos como puntos de referencia para el acopio y traslado de materias primas hacia la metrópoli imperial.

Es la historia del Ferrocarril Argentino la historia de la dominación inglesa de nuestra economía. Su diseño y ejecución estuvo circunspecto al beneficio del capital británico aliado a la oligarquía nacional agroexportadora. Análisis históricos como los de Scalabrini Ortiz (Política Británica en el Río de la Plata -1936, Historia de los Ferrocarriles Argentinos -1940) entre otros, demuestran lo antedicho, denunciando además con rigurosidad el carácter colonial impuesto a nuestro país a partir de esta alianza que garantizaba la dependencia política y económica.

Alrededor de 1880, aniquilados los Pueblos Originarios tras la “Campaña del Desierto”, derrotados los últimos caudillos federales enemigos del centralismo porteño, y diezmada la población autóctona (criollos, mestizos y negros y mulatos descendientes de antiguos esclavos) en la “Guerra del Paraguay”, comienza el incentivo inmigratorio. Llegan a esta zona los primeros contingentes donde sobresalen en número italianos y españoles. Escapan de las guerras y de la crisis económica que sacude al viejo continente y que repercute con mayor fuerza en las poblaciones rurales. Masas campesinas con escaso conocimiento de las nuevas técnicas agrícolas desarrolladas en los países centrales a partir de la revolución industrial, analfabetos en su mayoría, vienen a “hacerse la América”, con el anhelo de “hacer fortuna” rápido, para regresar luego a sus patrias de origen. Son italianos quienes en mayor número se asientan en el campo. Los españoles van a estar ligados al comercio y los servicios en las ciudades más pobladas.

Así se desarrollan estos pueblos como “línea” fronteriza entre el antiguo país mestizo,  que concentra su población en las ciudades del centro y noroeste (Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Córdoba) y el país en expansión que desde los puertos de ultramar incorpora, con el caudal inmigratorio, territorios productivos para maximizar la explotación agrícola y ganadera. Es aquí donde ambas culturas –criolla y gringa- interactúan. Cedidas las tierras fiscales al colono europeo, es éste quien concentró los beneficios de la producción y quien impuso el carácter cultural a la región.

La raíz indo-hispánica, con una fuerte tradición histórica oral, fue sustituida de manera sistemática e intencional por una “enseñanza pública” con la que la clase político/económica dominante impuso su propia visión “liberal” de los acontecimientos; erigiendo nuevos próceres, condenando a otros al ostracismo y distorsionando sucesos históricos según su conveniencia. Ese aprendizaje falsificado, distorsionado y parcial fue fácil de introducir y su credibilidad estuvo asegurada gracias a que los hijos de los inmigrantes que asistían al colegio público no tenían lazos de continuidad histórica y sanguínea con la nueva patria. Persistirían por mucho tiempo –debido a la influencia idiomática del núcleo familiar-  las tradiciones y costumbres importadas desde sus países de origen.

Esa desvinculación con el devenir histórico de las culturas que coexistieron aquí con anterioridad al “aluvión inmigratorio” llega hasta el presente. No sabemos –salvo raras excepciones- absolutamente nada del pasado histórico de la región en la que vivimos; y lo que es más grave, somos educados en la creencia de que esa historia se inicia con nosotros, los habitantes más recientes de estos territorios. La revalorización de la cultura mestiza, más allá del “tradicionalismo”, debe abordarse fundamentalmente desde el ámbito educativo, ya que mucho del daño sufrido por aquella se debe a la utilización de la pedagogía como fórmula desvinculante.

Este es quizás el más grande desafío que deba afrontar en el presente una educación que se articule desde y con una base Nacional y Popular.

Julio Capanna

domingo, 12 de junio de 2011

Apuntes sobre la "Campaña del Desierto"

“Roca fue implementando la esclavitud en el frente, lo que aquella brillante Asamblea del año XIII había eliminado cuando declaró la libertad de vientres. En todos los diarios de Buenos Aires, en 1879, se pueden ver los avisos donde dice reparto de indios, recorran los diarios. Y La Nación del 21 de enero de 1879, un diario conservador, publicó esta crónica: ‘Llegan los indios prisioneros con sus familias a los cuales los trajeron caminando en su mayor parte o en carros, la desesperación, el llanto no cesa, se les quita a las madres sus hijos para en su presencia regalarlos a pesar de los gritos, los alaridos y las súplicas que con los brazos al cielo dirigen las mujeres indias. En aquel marco humano los hombres indios se tapan la cara, otros miran resignadamente al suelo, la madre aprieta contra el seno al hijo de sus entrañas, el padre indio se cruza por delante para defender a su familia de los avances de la civilización." (Osvaldo Bayer)

"Roca dejó el camino expedito para entregar las tierras a los nuevos propietarios, a los que ya había sido asignada antes de la operación militar mediante la suscripción de 4.000 bonos de 400 pesos, cada uno de los cuales dio derecho a 2.500 hectáreas. Un total de diez millones de hectáreas, en consecuencia, fueron vendidas por el Estado a comerciantes y estancieros bonaerenses en forma previa a la conquista de las tierras, no del "desierto", mientras que el excedente obtenido, en lotes de a 40.000 hectáreas cada uno, fue rematado en 1882 en Londres y París, dando lugar así a la aparición de los primeros terratenientes de esos orígenes en los campos argentinos.Y como aún quedó más y nadie pensó en los aborígenes, en 1885 se cancelaron con tierras las deudas acumuladas con los soldados desde 1878, ya que llevaban siete años sin cobrar, pero como tanto los oficiales como la milicia necesitaban efectivo, terminaron malvendiendo sus partes a los mismos que habían sido los financistas primitivos, de manera que toda esa superficie pasó a manos de 344 propietarios a un promedio de 31.596 hectáreas cada uno." (Apropiación de la tierra a los aborígenes y genocidios en el Río de la Plata), Fernando del Corro, periodista y docente de la UBA

"Es increíble la forma como se repartió la tierra después de la campaña del desierto, fíjense en el resultado que sacamos del Boletín de la Sociedad Rural Argentina fundada en 1868, fíjense que entre 1876 y 1903, en 27 años, se otorgaron 41.787.000 hectáreas a 1843 terratenientes, vinculados estrechamente por lazos económicos y familiares a los diferentes gobiernos que se sucedieron en aquel período, principalmente a la familia Roca”. Los documentos que menciona dicen que “sesenta y siete propietarios pasaron a ser dueños de seis millones de hectáreas, entre ellos se destacaban veinticuatro de las familias llamadas patricias, que recibieron entre 200.000 hectáreas (la familia Luro) y 2.500.000 obtenidas por la familia Martínez de Hoz, bisabuelo del que iba a ser ministro de economía de la dictadura militar" (Osvaldo Bayer)

El Informe Oficial de la Comisión Científica que acompañó al Ejército Argentino es considerablemente específico respecto de los resultados de la guerra:
El año 1879 tendrá en los anales de la República Argentina una importancia mucho más considerable que la que le han atribuido los contemporáneos. Ha visto realizarse un acontecimiento cuyas consecuencias sobre la historia nacional obligan más la gratitud de las generaciones venideras que la de la presente, y cuyo alcance, desconocido hoy, por transitorias cuestiones de personas y de partido, necesita, para revelarse en toda su magnitud, la imparcial perspectiva del porvenir. Ese acontecimiento es la supresión de los indios ladrones que ocupaban el Sur de nuestro territorio y asolaban sus distritos fronterizos: es la campaña llevada a cabo con acierto y energía, que ha dado por resultado la ocupación de la línea del Río Negro y del Neuquén.
Se trataba de conquistar un área de 15.000 leguas cuadradas ocupadas cuando menos por unas 15.000 almas, pues pasa de 14.000 el número de muertos y prisioneros que ha reportado la campaña. Se trataba de conquistarlas en el sentido más lato de la expresión. No era cuestión de recorrerlas y de dominar con gran aparato, pero transitoriamente, como lo había hecho la expedición del Gral. Pacheco al Neuquén, el espacio que pisaban los cascos de los caballos del ejército y el círculo donde alcanzaban las balas de sus fusiles. Era necesario conquistar real y eficazmente esas 15.000 leguas, limpiarlas de indios de un modo tan absoluto, tan incuestionable, que la más asustadiza de las asustadizas cosas del mundo, el capital destinado a vivificar las empresas de ganadería y agricultura, tuviera él mismo que tributar homenaje a la evidencia, que no experimentase recelo en lanzarse sobre las huellas del ejército expedicionario y sellar la toma de posesión por el hombre civilizado de tan dilatadas comarcas.
Y eran tan eficaces los nuevos principios de guerra fronteriza que habían dictado estas medidas, que hemos asistido a un espectáculo inesperado. Esas maniobras preliminares, que no eran sino la preparación de la campaña, fueron en el acto decisivas. Quebraron el poder de los indios de un modo tan completo, que la expedición al Río Negro se encontró casi hecha antes de ser principiada. No hubo una sola de esas columnas de exploración que no volviese con una tribu entera prisionera, y cuando llegó el momento señalado para el golpe final, no existían en toda la pampa central sino grupos de fugitivos sin cohesión y sin jefes.
Es evidente que en una gran parte de las llanuras recién abiertas al trabajo humano, la naturaleza no lo ha hecho todo, y que el arte y la ciencia deben intervenir en su cultivo, como han tenido parte en su conquista. Pero se debe considerar, por una parte, que los esfuerzos que habría que hacer para transformar estos campos en valiosos elementos de riqueza y de progreso, no están fuera de proporción con las aspiraciones de una raza joven y emprendedora; por otra parte, que la superioridad intelectual, la actividad y la ilustración, que ensanchan los horizontes del porvenir y hacen brotar nuevas fuentes de producción para la humanidad, son los mejores títulos para el dominio de las tierras nuevas. Precisamente al amparo de estos principios, se han quitado éstas a la raza estéril que las ocupaba.

martes, 7 de junio de 2011

Mariano Moreno y la "prensa independiente”

De la época en que las ideas se defendían con la pluma, la palabra -y la espada- viene Moreno a plantearnos que hablar de “prensa independiente” es casi como hablar de “inteligencia militar”.

El criollo Moreno -mayor de catorce hermanos- estudió leyes, latín, lógica y filosofía. Cuando en 1810 se constituye la Primera Junta, es nombrado secretario, teniendo además bajo su cargo el Departamento de Gobierno, de Guerra y Relaciones Exteriores. Al mismo tiempo funda la Biblioteca Pública, establece una academia de instrucción militar y de matemáticas para oficiales, crea una fábrica de armas, decreta la rehabilitación de los puertos de Ensenada de Barragán y de Patagones y dicta la providencia para el arreglo de los caminos y el adelanto de las poblaciones del interior. Redacta, entre mate y mate, LA GACETA de BUENOS AIRES, periódico que nace con el nuevo régimen. Cuenta el muchacho por entonces con 33 años.

El texto fundacional de La Gaceta dice en alguno de sus párrafos: “Para el logro de tan justos deseos ha resuelto la Junta que salga a la luz un nuevo periódico semanal…que anuncie al público las noticias exteriores e interiores que deban mirarse con algún interés. La utilidad de los discursos de hombres ilustrados y que sostengan y dirijan el patriotismo y fidelidad, que tan heroicamente se ha desplegado, nunca es mayor que cuando el choque de las opiniones pudiera envolver en tinieblas aquellos principios. El pueblo recibirá esta medida como una demostración sincera del aprecio que hace la Junta de su confianza; y de que no anima otro espíritu sus providencias que el deseo de asegurar la felicidad de estas provincias”.

Seguramente en la actualidad LA GACETA sería vista por el establishment como un órgano más del “oficialismo” que con falacias varias pretende instaurar en la población ideas populistas (conste que faltaban aun casi 200 años para que programas como 6,7,8 fuesen los depositarios de dicho adjetivo).

El acto fundacional de La Gaceta (7 de junio de 1810) sirve para que desde 1938 se lo considere a este como el “Día del Periodista”.

En un país como el nuestro que ha hecho culto de la mitología liberal, llama la atención que se eligiese la fecha fundacional antedicha a la de –por ejemplo- el diario que creara el presidente Bartolomé Mitre, periódico que, con histórico predicamento liberal, llega hasta nuestra actualidad. Tal vez en aquel momento de decidirse la fecha de celebración, el “lobby” de éste no contase con aliados lo suficientemente poderosos, ya que en aquellos oscuros tiempos de la “Década Infame” aun no existía el antidemocrático y golpista oligopolio empresarial SIP (Sociedad Interamericana de Prensa), y faltaban todavía algunos años para que apareciera en el mercado el periódico de Roberto Noble.

¿Qué diría en la actualidad el jacobino Mariano Moreno ante la pregunta de si se consideraría un “periodista independiente”? Seguramente su respuesta no estaría acotada por el condicionamiento que en la actualidad encuentran muchos periodista que amurallados detrás de una fachada “independiente”, pretenden ocultar el trabajo de sus laboriosas plumas –y cuerdas vocales- en la defensa de los intereses privados con los que comulgan y a los que se someten.

Aquí, allá y en todas partes.

Julio Capanna

sábado, 4 de junio de 2011

¡A otro perro con ese hueso Sr. Lisfchitz!

Lisfchitz dijo que este escenario "ratifica lo que muchos pensábamos desde hace tiempo, la necesidad de que Hermes Binner sea candidato a Presidente, y que pueda encarnar y representar un proyecto verdaderamente progresista, democrático, y de futuro para la Argentina; con muchos sectores, incluso de la UCR.

Ante lo dicho en su pretensión electoralista de convencernos de que "Binner encarna y representa un proyecto verdaderamente progresista, democrático, y de futuro para la Argentina, surge inmediatamente y casi por decantación el siguiente planteo:

¿Y el 65% de argentinos que adherimos al modelo que encarna CRISTINA FERNÁNDEZ qué estamos apoyando?¿El antiprogresismo, el fascismo, el regreso al pasado? ¿Estamos tan equivocados?¿No nos dimos cuenta de que Binner, desde su "progresismo" provinciano será el superador, entre otras cosas, de la LEY DE MEDIOS, LA ASIGNACIÓN UNIVERSAL POR HIJO, ASIGNACIÓN POR EMBARAZO, ESTATIZACIÓN DEL SISTEMA PREVISIONAL, LEY DE MATRIMONIO IGUALITARIO, RE-ESTATIZACIÓN DE AEROLÍNEAS, YACYRETÁ, AUTOPISTA ROSARIO-CÓRDOBA, JUICIOS POR DELITOS DE LESA HUMANIDAD, REFINANCIACIÓN DE LA DEUDA EXTERNA, INCENTIVO A LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA, PROTECCIÓN DE LA INDUSTRIA NACIONAL, y varios otros hitos en la história de nuestro país que hoy podemos disfrutar gracias a las políticas de desde 2003 llevaron adelante NÉSTOR Y CRISTINA?

Para estos referentes del "progresismo" que alardean del título por el mero hecho de mostrar su carnet del PS (como si esto ocultaría una historia que los encontró subidos al caballo del amo y nunca a pata con el pueblo) vale este adagio popular que condensa nuestro fascista, antiprogresista y retrogado pensar:

¡A OTRO PERRO CON ESE HUESO!

Julio Capanna

jueves, 2 de junio de 2011

Coloniaje Pedagógico

 

“Hay mucha gente que no entiende la necesidad del revisionismo, porque no comprende que la falsificación de la historia es una “política de la historia” destinada a privarnos de experiencia, que es la sabiduría madre” (Arturo Jauretche)

El aprendizaje histórico está influido por la ideología de la clase social que ejerce la hegemonía económico/cultural del país en un momento histórico determinado. No existe una “Historia” aséptica e imparcial. Todo está impregnado por esa “superestructura” que determina lo que “hay que enseñar” y lo que “hay que aprender”.

De prejuicios están hechos muchos de nuestros textos de estudio. Omisiones premeditadas y sesgadas crónicas elitistas encuentran en el ambiente pedagógico y académico a los más acérrimos defensores de una continuidad temporal falsificada y luego reinventada con el fin de sostener dichos prejuicios. Falacias varias que atraviesan los textos con los que se educa sin un espíritu crítico necesario y fundamental para la consolidación de una Conciencia Nacional.
El conocimiento de la historia foránea por sobre la profundización del análisis de los acontecimientos propios evidencia las contradicciones que afectan a nuestra pedagogía. Si se suma a ello la ausencia de textos históricos de índole local y regional, se potencia aun más la desvinculación del alumno con una realidad inmediata que genere un vínculo de pertenencia.
Este vínculo es la resultante –entre otras cosas- del conocimiento y asimilación de las peculiaridades que nos caracterizan como pueblo –argentinos- en un contexto más amplio y también inclusivo –latinoamericanos-.
Frases hechas tales como la sarmentina “civilización y barbarie” y la más contemporánea “los argentinos descendemos de los barcos” muestran el carácter anti-latinoamericanista impulsado por el liberalismo de mediados del siglo XIX encarnado en la burguesía porteña ligada al capital inglés en alianza con la clase terrateniente dueña del mercado de exportación de carnes y cueros. Esto influyó luego en el prejuicio del inmigrante de la Europa mediterránea (italianos en su mayoría) hacia las culturas mestizas indo-hispánicas que habitaban antes de su llegada los territorios de nuestro país. De allí al posterior desprecio clasista hacia las masas que incorporó a la vida política el Irigoyenismo , y al movimiento obrero que encontró su cause histórico en el Peronismo, existe todo un hilo de continuidad muy difícil de rastrear en la bibliografía educativa oficial.
Rara vez nos encontraremos con análisis surgidos de referentes del “Pensamiento Nacional (Scalabrini Ortiz, Jauretche, J. M. Rosa, H. Arregui) en los textos escolares. Se tiende, además, a esmerilar los sucesos dejándolos desprovistos de las aristas que los caracterizan como expresiones salientes de los conflictos sociales que atraviesan la historia argentina.
En estos últimos años se incorporaron temas de estudio tales como Derechos Humanos, Derechos de los Pueblos Originarios, sobre gobiernos democráticos y dictaduras militares. Así y todo, la pedagogía sigue sin asumir el análisis profundo –despojado de todo prejuicio elitista- de los Movimientos Populares y sus expresiones políticas; manifestaciones éstas que modificaron el curso histórico de nuestro país desde sus orígenes y muy en especial en el siglo XX.
El tedio con el que los alumnos suelen abordar el estudio histórico es, en última instancia, funcional a una estructura que consigue desde el desconocimiento, desvincularnos del pasado, con consecuencias graves en el presente.

Julio Capanna