"Hacer un país es hacer hombres para que, a su vez, los hombres hagan el país" (Arturo Jauretche)

sábado, 18 de febrero de 2012

Scalabrini Ortíz - Política británica en el Río de la Plata/1940

“Aunque somos las víctimas, no podemos dejar de admirar la clarividencia con que los ingleses vieron la realidad, y el ingenio con que crearon un sistema de explotación que la humanidad tardaría más de un siglo en comprender y tratar de desarticular. Endeudar un país en favor de otro, hasta las cercanías de su capacidad productiva, es encadenarlo a la rueda sin fin del interés compuesto.”
 
“La servidumbre indirecta que el acreedor impone al deudor, es una forma de compulsión para dirigir la corriente de compras y ventas de los países deudores. Es también, un cimiento sólido para intervenir en el manejo de la política interior de cada país.”

“El reconocimiento de la independencia de estas insurrectas y revueltas repúblicas fue indudablemente una obra casi personal de Canning; y mucho agradecimiento deberíamos tributarle si su plan hubiera terminado allí. Pero ese no era más que el primer paso. Era nada más que su política visible. Mucho agradecimiento le deberíamos, si paralelamente no hubiera desenvuelto otra política invisible que se tejería en las antesalas y en los salones y que tendía a suplantar el agónico dominio español por el extenuador, aunque sutilísimo, dominio capitalista inglés. Esta duplicidad de la gestión de Canning constituiría una incurable tara de nacimiento de la que, salvo años fugaces y voluntariosos, no se librarían las repúblicas sudamericanas.”

“Esta parte del plan de Canning presentaba dificultades no menos graves. Estos países estaban casi despoblados, y bajo formas de materia prima, sus medios de pago eran ilimitados. Las Provincias del Río de la Plata, por ejemplo, habían cumplido su propia liberación con donaciones amigas sin recurrir al préstamo exterior: con sus rentas de aduana y con las contribuciones y empréstitos forzosos interiores de todos los habitantes nacionales y extranjeros. Por otra parte, las poblaciones locales tenían escasas necesidades y eran capaces de abastecerse a sí mismas en lo más urgente. Endeudarlas al exterior no era empresa desdeñable. Pero tampoco Canning era hombre que se dejara intimidar por las circunstancias adversas. Los préstamos se iban a imponer con los fundamentos más extravagantes.”

“El reconocimiento de la independencia del Brasil y de las aspiraciones del emperador Pedro obtuvieron el asentimiento de Inglaterra sólo cuando el nuevo estado americano accedió a responsabilizarse de la deuda de 1.400.000 libras esterlinas contraída con anterioridad en Londres por el caduco gobierno portugués, y se comprometió a pagar como indemnización a Portugal 600.000 libras más que Inglaterra a su vez prometió proveer en un empréstito. El nuevo estado nacía así con una tara de 2 millones de libras cuyo servicio debería mantener en perpetuo déficit sus presupuestos.”

“En 1824 se libra la batalla de Ayacucho, que ultimó los restos del imperio colonial español en América. Ese mismo año los representantes de Buenos Aires contraen en Londres el empréstito Baring por un millón de libras esterlinas.”

“La denuncia de los compromisos contraídos es daño fundamental que amaga constantemente el acreedor. Pero una cesación de pagos, bajo cualquier máscara que se disfrace, expone a un cobro compulsivo y aún a una intervención armada y es, por lo tanto, responsabilidad que sólo puede ser asumida por una potencia equipada para resistir la agresión. Impedir la formación de naciones poderosas fue la primera línea de conducta inglesa. Los antiguos virreinatos, que debieron ser la base espontánea de los nuevos estados, fueron inteligentemente seccionados. Se conformaron naciones mineras y naciones agropecuarias, pero no unidades orgánicas que pudieran enfrentar a corto plazo al poseedor de la llave capitalista. En esta política disgregadora, Inglaterra aparecía fiel a sus principios de auto determinación de los pueblos. Simuladamente generosa, apoyó a los débiles contra los fuertes y fomentó así las escisiones y desmembramientos que dieron por resultado extraer del dominio de una sola potencia los puntos económicos y militarmente estratégicos del continente. Esa política inglesa costó a la República Argentina la separación de tres hermanos: Uruguay, Paraguay y Bolivia. En sus años iniciales, América del Sur corrió peligro de parcelarse hasta lo inacabable en pequeñas repúblicas rivales. En este punto, la tendencia fraccionadora de Inglaterra tuvo un adversario decidido en la unidad topográfica y en la magnitud de las cuencas.”

“La denuncia de los compromisos contraídos es actitud en que sólo podrían incurrir los dirigentes de una nación que adoptaran una ética distinta de la que requiere la hegemonía capitalista para subsistir. Mientras los gobernantes creen que los compromisos anteriores son sagrados; por onerosas que sean las condiciones establecidas; mientras los gobernantes crean que el cumplimiento de los pagos es de grado tan irrevocable que a ellos debe sacrificarse hasta la salud nacional; mientras apliquen a los altos intereses nacionales un criterio estricto de pequeño comerciante, no hay temor de que los compromisos sean denunciados. Para ello es indispensable que los gobernantes tengan su asiento permanente en el radio de influencia en que actúan los traficantes ingleses. Por eso dentro de cada nación, Inglaterra fue centralista. En la Argentina, Gran Bretaña apoyó enérgicamente al puerto de Buenos Aires. Le dio armas, le abrió créditos. A pesar de ser tanto o más rica en conjunto que la provincia de Buenos Aires, la Confederación cayó ahogada por la sofocación comercial y financiera con que Inglaterra la estrechó. Cuanto esfuerzo se irguió a favor del interior fue ahogado sin misericordia y estigmatizado con el sello de barbarie. Buenos Aires asumió la representación excluyente de la cultura, no porque fuera más culta en realidad, sino porque la cultura significó, ante todo, comulgar enteramente con la moral y las miras de los comerciantes ingleses portuarios. El brindis que en celebración del natalicio de Jorge IV pronunció Rivadavia en 1823 es la fórmula juramental que, callada o francamente, adoptaron todos los aspirantes al poder legítimamente constituido. Rivadavia brindó por el gobierno más hábil, el inglés: por la nación más moral e ilustrada, Inglaterra: y porque el interés comercial y agrícola de la Gran Bretaña se extienda y consolide en América del Sur.”

“La centralización de la cultura, consecuencia directa de la centralización del mando, le costó a la Argentina la extinción de antiguos y genuinos centros de ilustración, el apagamiento de una verdadera inquietud intelectual; la adopción ingenua o torpe de todas las doctrinas convenientes a los explotadores extranjeros; la extenuación mental y política del cuerpo nacional, el alejamiento de la inteligencia local del examen sin prejuicios de los problemas locales, y la fundación de una oligarquía político financiera al servicio directo o indirecto de las conveniencias inglesas. Con la protección inglesa se constituyó en el puerto de Buenos Aires una aristocracia de administradores, que manejó al país sin contralor y sin más norma que la decisión de los embajadores y de los comerciantes ingleses. El pequeño comerciante portuario se hizo agiotista y especulador. La plutocracia se hizo oligarquía”

“La disgregación internacional del continente y la centralización unificada del poder nacional, son las conductas políticas inmediatas que exigía la política del préstamo para asegurar su existencia. Pero para ser instrumento de dominación, para ser la piedra fundamental de la construcción capitalista, el préstamo requería el desarrollo de una política económica que convergiera a su finalidad. Un simple préstamo, por cuantioso que sea, no basta para encadenar eternamente, si el préstamo es un hecho aislado e invariable. La capacidad económica de una nación cambia y sus medios de pago se multiplican con el trabajo de sus habitantes. El servicio anual del primer empréstito argentino era de $ f 350.000, suma agobiadora y suficiente para desequilibrar el enjuto presupuesto local de esos años, cuyas rentas netas superaba penosamente el millón de pesos fuertes; pero era presumible que podría ser cubierta con holgura, cuando el libre cambio surtiera los efectos benéficos que todos vaticinaban y al que esta república se había adherido tan decididamente que le sacrificó sin remordimientos todas sus industrias manufactureras del interior.”

“Para que el préstamo rinda al acreedor no solo el interés, sino una influencia práctica como arma o como instrumento, es indispensable que la cuantía del préstamo corra paralelamente a las rentas fiscales. Con pretextos no menos curiosos que los de los primeros empréstitos exteriores, la diplomacia invisible de Inglaterra mantuvo siempre una correlación constante entre la capacidad fiscal y las obligaciones anuales. Cuando las rentas del gobierno central suben a 18 millones en 1872, el servicio de la deuda es de 6 millones. Cuando las rentas alcanzan los 38 millones en 1889, el servicio de la deuda es de 12 millones. Cuando remontan hasta los setecientos millones de pesos papel, los giros al exterior por servicios de empréstitos suman casi 200 millones.

"Hay adelantos de dinero que son indispensables y que ahorran tiempo y trabajo en proporción mayor que la obligación que se contrae. Un agricultor, por ejemplo, saca ventajas de un crédito para adquirir semilla. ¿Los empréstitos sucesivos fueron en realidad la indispensable semilla de la riqueza argentina? No. Los empréstitos argentinos contraídos en el extranjero tuvieron directa o indirectamente un fin orgiástico y fueron en su mayoría ficciones."

"Desde 1824 a 1856 no se contraen empréstitos externos. Rosas financió sus presupuestos con emisiones sin garantía aurífera. La emisión de billetes inconvertibles en oro es un arma de doble filo que puede perjudicar seriamente a un país, en cuanto incita a los gobiernos a malgastar fondos que se adquieren sin más trabajo que hacer funcionar las prensas para imprimir billetes. Pero manejada con seriedad puede ser un instrumento que movilice el trabajo nacional sin hipotecarlo hacia los poseedores del oro. Emilio Hansen asegura que la preponderancia de Buenos Aires sobre las provincias es una consecuencia de la agilidad que en la explotación de sus riquezas obtuvo Buenos Aires mediante el emisionismo, y de la testarudez con que las provincias se sometieron al oro como medio exclusivo de realizar intercambios. Lo cierto es que Rosas impidió el estancamiento de las actividades del país durante los largos bloqueos y que el país vivió, progresó y hasta peleó, que es la actividad más cara de los pueblos, sin necesidad de recurrir al préstamo exterior."

"En 1857 la política del endeudamiento se reinicia briosamente con los más variados motivos. A veces el pretexto es pagar intereses atrasados, a veces exteriorizar una indemnización que se regaló a los residentes extranjeros perjudicados por las guerras y revoluciones, otras construir un ferrocarril que se cederá, luego a los ingleses sin amortizar el empréstito que le dio origen. A veces el pretexto es construir obras de salubridad que no se construyen con esos fondos sino con otros, o garantizar emisiones de los bancos nacionales, o convertir empréstitos internos en externos de título menor; o pagar intereses de los empréstitos anteriores o rescindir las garantías estaduales dadas a los ferrocarriles particulares ingleses o cancelar deudas bancarias, o liquidar fondos particulares bloqueados. Hubo años en que los empréstitos se contrajeron antes de saber con exactitud en qué gastarlos, porque ni la administración pública, entonces menos dispendiosa, podía insumirlos."
"Directa o indirectamente los empréstitos exteriores sucesivos se utilizaron en realidad en saldar los déficits fiscales, porque directa o indirectamente el hedonismo y el ocio de la oligarquía corrieron por cuenta del Estado."
"Con excepción de algunos años, todos los gobiernos gastaron más de lo que percibían. Esos déficits acumulados se pagan con empréstitos o con los recursos logrados en la venta a los ingleses de las pocas obras útiles hechas con parte de los empréstitos anteriores. Este disparatado ritmo fiscal es explicable únicamente como sugestión de los que hicieron del préstamo un instrumento primordial de dominación, porque ninguno de estos gastos fiscales fue imprescindible y porque la simple imitación de las naciones europeas organizadas hubiera procurado una disciplina fiscal distinta. La misma administración inglesa era un modelo notable y asequible para aquellos gobernantes. Pero la política de penetración capitalista inglesa obligaba a que estos países hicieran justamente lo contrario.”

“El camino ha sido y es la obra pública de mayor urgencia, aquella cuya realización hubiera podido justificar un endeudamiento. En la Memoria del Ministerio del Interior del año 1853, el ministro Rawson expresaba estos conceptos básicos: “Puede decirse sin exageración que en la Argentina no hay caminos, si no se da ese nombre a las huellas profundas y sinuosas formadas, no por el arte, sino por el ir y venir de las gentes a través de la llanura, por en medio de los bosques o por las cumbres de las colinas y montañas. En esa inmensa extensión de territorio se encuentran catorce o dieciséis ciudades separadas unas de otras por centenares de leguas, sin que jamás la mano del hombre se haya empleado en preparar las vías que deben servir a la comunicación entre esas poblaciones. Y si la civilización, la riqueza y la fraternidad de los pueblos está en razón directa de la facilidad y rapidez con que se comunican, mucho debe ser el atraso, la pobreza y la mutua indiferencia de las provincias argentinas separadas entre sí por largas distancias y por obstáculos materiales que apenas se han logrado superar”

"El promedio de lo invertido en la construcción de caminos en los sesenta años que median entre 1858 y 1823, es apenas de cuatro décimos del uno por ciento de los gastos totales. Es decir que por cada cien pesos, se dedicaron a caminos sólo cuarenta centavos. En 1923, como en 1858, los caminos argentinos eran huellas profundas y sinuosas, no trazadas por el arte, salvo cuando convergen a la estación de un ferrocarril inglés.”

Párrafos extraídos del capítulo “Líneas generales de la conducta diplomática británica”
La política visible y la política invisible

UNA DE PIRATAS

Malvinas es un tema con reflujo en el acontecer político y social argentino. Los sucesos de 1982 distorsionan esa dialéctica por su contexto histórico y por las secuelas emotivas que aún perduran en nuestra sociedad. A 30 años del conflicto, es tiempo de contextualizarlo en el marco de una injerencia británica rastreable ya en 1778, con la creación del Virreinato del Río de la Plata (la necesidad española de un mayor control sobre el contrabando británico en las costas atlánticas actuó como uno de los motivos de la separación de éste del Virreinato del Perú); continúa con las invasiones inglesas (1806-1807) y se transforma luego, desde el momento mismo de la independencia de estos territorios y la consiguiente formación de las Provincias Unidas, en una política dirigida a la sujeción económica que, exitosa y distorsiva, condicionaría el devenir de la Nación hasta mediados del siglo 20. La 2º guerra mundial (1939/1945) pone fin a la hegemonía colonial británica, aunque sus alianzas estratégicas le permitirán mantener su status imperial. Ciento cincuenta años de injerencia –solamente en breves períodos pudimos relajar esta sujeción-, nos exigen un análisis profundo para evitar reivindicaciones acotadas y sin proyección histórica.
Lo que en nuestros territorios los británicos no consiguieron con las armas bien lo hicieron con la diplomacia; y fueron los empréstitos (deuda externa) contraídos por los gobiernos locales los que terminaron de organizar al país en función de las necesidades comerciales inglesas. Bien sabido es el poco margen de negociación que tienen los deudores para con sus acreedores, y esa fue, desde que contrajimos nuestra primera deuda (empréstito Baring/1824), la relación con la metrópoli imperial. Deudores nosotros, acreedores aquellos.

Fue el siglo 19 el del apogeo del Imperio Británico. Dominó desde lo militar y lo económico el total de las rutas marítimas comerciales y abrió –con diplomacia o a sangre y fuego- los puertos que se resistieron a la imposición del libre mercado que era el núcleo de esta supremacía mundial. Manufacturas inglesas inundaban los mercados globales, y eran las materias primas de países como el nuestro las que sostenían el industrialismo anglosajón. Convengamos que el costo de la manufactura es –por su valor agregado- muy superior al de los productos básicos (cereales, cueros, carnes), y el conseguir a bajos precios estas materias primas fue política principal del imperio, a costa del empobrecimiento de los países que además vieron abortado su desarrollo industrial por una política que se articuló en una alianza estratégica entre las oligarquías agroexportadoras e Inglaterra. Esto fundamentó la pauperización del interior del país y su imposibilidad histórica de superar una estructura económica de base artesanal.

Vuelvo sobre el empréstito que la Baring Brothers nos concedió en 1824 porque aquel puede considerarse el hecho puntal que condicionó muchas de nuestras posteriores decisiones como país. La segregación de la Banda Oriental y del Alto Perú, la Batalla de Obligado, la derrota de Rosas en Caseros, la Guerra del Paraguay y la “Conquista del Desierto” trazan una línea de continuidad que se inicia en el condicionamiento original de aquel empréstito. El análisis de Raúl Scalabrini Ortíz  (1898-1959) en el libro “Política Británica en el Río de la Plata/1940” explicita aquello:

“Condensemos las operaciones y las líneas primordiales que caracterizan a esta primera operación financiera internacional argentina. Gran Bretaña, Estados Unidos y Francia luchan por afirmar su influencia en el Río de la Plata, por lo cual, ante todo, pretenden endeudarnos con el acuerdo de empréstitos. Gran Bretaña, más hábil y decidida, consigue desplazar a sus rivales y concierta la cesión de un empréstito por un millón de libras. El metálico (oro) que por esa obligación debió llegar a Buenos Aires, fue sustituido por las ganancias y el crédito local de los comerciantes ingleses aquí establecidos. En el mejor de los casos, pues, el gobierno de Buenos Aires recibió papel moneda emitido por el Banco de Descuentos y comprometió sus finanzas, presentes y futuras, en una deuda a oro al extranjero. El gobierno recibió papel de circulación interna y lo transformó en una deuda exterior en oro.

Pero según todos los indicios, las letras o valores dados al gobierno de Buenos Aires a cambio del oro metálico que debió entregársele como producto del empréstito, no fueron ni siquiera efectivamente abonadas por los comerciantes ingleses locales, es decir que el gobierno de Buenos Aires enriqueció la economía inglesa con un millón de libras gratuitamente cedidas, pagaderas a 40 años de plazo, con un interés del 6% anual. El Estado argentino iniciaba así su marcha, hipotecado con Gran Bretaña.
Es interesante informar cómo este empréstito fue empleado de inmediato como un instrumento psicológico favorable a todas las pretensiones inglesas.”

Una anécdota que condensa esto último: “En sus Memorias, el gobernador de Corrientes, general Pedro Ferré, nos relata una entrevista que él sostuvo por esos años con el ministro de Hacienda, doctor Manuel J. García. Dice Ferré: Trataba yo en visita particular con el ministro García, en Buenos Aires, sobre el tema de la importación de frutos extranjeros, que produce nuestro país en abundancia, y sobre el fomento de la industria en todo aquello que el mismo país nos brinda, que ha sido siempre mi inquietud. García procuraba eludir mis razones con otras puramente especiosas, pero que les daba alguna importancia la natural persuasiva del que las vertía. Entonces le dije que prometía callarme y no hablar jamás de la materia se me presentaba, por ejemplo, alguna nación del mundo que en infancia o mediocridad, hubiese conseguido su engrandecimiento sin adoptar los medios que yo pretendía que se adoptase en la nuestra. García confesó que no tenía noticia alguna, pero que nosotros no estábamos en circunstancias de tomar medidas contra el comercio extranjero, particularmente inglés, porque hallándonos empeñados en grandes deudas con aquella nación, nos exponíamos a un rompimiento que causaría grandes males…” De tal manera usado, el empréstito de 1824 era un arma eficaz para ahogar las industrias del interior.

“Una de las características más temibles de la diplomacia inglesa es la de operar a largo plazo. Asombra conocer los planes ingleses trazados a principios del siglo 19 y comprobar la meticulosidad con la que se han llevado a cabo. Crear bases marítimas, instigar a unos estados contra otros, mantenerlos en mutuos recelos, tal es justamente la obra perniciosa desarrollada en silencio por Inglaterra. Su resultado más visible es el collar de bases marítimas que rodea a América. Malvinas es actualmente una estación naval de primer orden, constituida especialmente para la defensa de los intereses británicos en Suramérica. Con cuanta razón escribía el embajador británico Canning a Granville, poco después del reconocimiento de los nuevos estados americanos en 1825: “Los hechos están ejecutados, la cuña está impelida. Hispano América es libre y si nosotros sentamos rectamente nuestros negocios ellas será inglesa.”

El cúmulo de información histórica posibilita en la actualidad dotar a la educación con herramienta de análisis que garanticen, desde la enseñanza, una visión abarcadora desprovista de chovinismo, prejuicios y condicionamientos propios de naciones acomplejadas.

Quiero decir…no por ello vamos a dejar de escuchar a Los Beatles.

Julio Capanna - Armstrong y región