"Hacer un país es hacer hombres para que, a su vez, los hombres hagan el país" (Arturo Jauretche)

martes, 2 de agosto de 2011

“El mensajero no es importante”

Un condicionamiento objetivo a la hora del análisis de las relaciones de poder, es la intencionalidad manifiesta con la que el “establishment” pretende caracterizar a determinados actores políticos como carentes de una ideología que defina su accionar. Esto es, ni más ni menos, que una cortina de humo que oculta un objetivo concreto de los intereses aglutinados detrás de dicha figura. Existe un entramado a simple vista difícil de percibir, debido a la obligatoriedad de anonimato con que ese “poder detrás del poder” busca influir en las relaciones políticas, sociales y económicas.

Cabe señalar que el factor ideológico no está reservado a lo político o intelectual; nuestros actos cotidianos definen un pensamiento y a su vez son definidos por él. La ideología, aunque percibida colectivamente como privativa del ámbito político, impregna todos los estamentos sociales, que encausan así sus conflictos de clase, sus aliados y sus adversarios.

Este factor está presente tanto en el accionar de un militante que participa de una manifestación, como en el empresario que aporta económicamente para tal o cual fracción política. Difieren solo en lo manifiesto del proceder del primero y en el antedicho anonimato que persigue el segundo.

La farandulización de la política no es un hecho novedoso ni puede adjudicársele únicamente al menemismo, aunque fue bajo su influencia donde alcanzó mayor relevancia. Utilizado permanentemente como limbo del pensamiento decadente por las derechas neoliberales, no pocas veces recibe el beneplácito de una izquierda abstracta que considera “expresión popular auténtica”  la superficialidad y el vedetismo mediático, renegando una y otra vez de las expresiones auténticas del campo nacional y popular.

Centrados netamente en lo político, surge que el acceso de tal o cual candidato a los niveles de representatividad está ligado al apoyo de un entorno que lo considera el portavoz de sus necesidades, a la vez que garantía del acceso de dicho entorno al poder, que es lo que objetivamente se persigue. Posteriormente se produce la identificación o no del electorado.

El Dr. Raúl Alfonsín fue un dirigente político de extensa carrera dentro de una estructura partidaria (UCR) y accedió a la Presidencia de la Nación por el voto mayoritario de la clase media argentina.

Lula Da Silva, obrero metalúrgico y luego dirigente sindical, hizo carrera política dentro del PT (Partido de los Trabajadores), accediendo a la presidencia del vecino país con el extenso voto de las clases bajas y del proletariado brasileño.

Juan D. Perón, militar de carrera, accede al máximo poder de la Nación consolidando un frente policlasista con una base mayoritariamente obrera.

Silvio Berlusconi es un poderoso empresario de los medios de comunicación que accede al cargo de Primer Ministro con el respaldo y sostén del aparato empresarial y financiero italiano. Un amplio abanico social lo respalda gracias a la influencia y consolidación de su figura mediática.

Ejemplos de un extenso espectro político, referentes ideológicos de las clases a las que representan y de quienes obtienen el apoyo para ejercer el poder público.

El acto eleccionario es de vital importancia para el sano ejercicio de visualizar a quienes habitan en el “detrás de escena”; entendiendo además que la prédica de la antipolítica como forma superadora de los conflictos sociales esconde, tras máscaras de ingenuidad y exaltación festiva, poderosos intereses económicos que, lejos de querer ceder en su intencionalidad de dominio, trabajan denodadamente para su conservación.

Julio Capanna / Armstrong Región